02 diciembre 2008

Las estaciones poéticas de Heraud

Estación reunida (Lima, 1961). Gracias a este libro, el poeta mereció póstumamente el Primer Premio de Poesía en los “Juegos Florales Universitarios”, convocados por la Federación Universitaria de San Marcos. Contiene dos breves poemarios: “Las Sombras y los días” y “En espera del otoño”. El primero, con un epígrafe de Shakespare y Prince o Tsu, subdividido en dos poemas extensos (ALABANZA DE LOS DÍAS O DESTRUCCIÓN Y ELOGIO DE LAS SOMBRAS), compuesto por diez poemas enumerados en números romanos y el segundo (ESTACIÓN DEL DESENCANTO O POEMAS CONTRA EL VERANO), cuyos títulos están entre números romanos y naturales. (En espera del Otoño), compuesto por diez poemas cada uno con su título a excepción el poema “En espera del Otoño” que está dividido en siete poemas enumerados. A mi parecer el mayor y mejor libro del poeta por la cantidad de temas que aborda y el cómo los define de una manera contundente, valiéndose de palabras sencillas sin caer en el tecnicismo o artificio poético, ni en la frase oscura.

“Nos prometieron la felicidad / y hasta ahora nada nos han dado. ¿Quiénes son los que prometen, y por qué el plural (nos)? Deben ser las interrogantes del poema para así entender la rebeldía con la que el poeta se enfrenta. Como Brecht, Heraud hasta su muerte no fue amigo de la injusticia; buscó desterrarla de su patria, empezó desde la construcción de sus sueños, de su palabra y su acción política. Que la historia lo juzgue porque nadie puede estar a la altura de las circunstancias de hacerlo si “a la hora de la lluvia sólo / tendremos al sol y al trigo muerto”.

El poeta en su lenguaje se vuelve escéptico, reniega de sus sueños y de sus sombras que aún existen entorpeciendo su nueva poesía, diríamos se vuelve radical consigo mismo, busca unirse a los demás nerudizando o recogiendo ideas de Miguel Hernández. “Para que cosechar y cosechar si / luego nos quitarán el maíz, / el trigo, las flores y las frutas”. Símbolos que reflejan sencillez pero gran significado y necesarios para la subsistencia del ser humano (maíz, trigo, frutas) y flores, representación de la belleza. Con o sin rebeldía, con encanto o con dolor, Heraud sabía que para tener una patria más digna, hechos nuevos era necesario “llegar al nacimiento del camino, rehacer todo”.

Aunque resulte alentador este poema alegre y hasta incitador al poeta lo abruma la tristeza “mejor hubiera sido naufragar / y no llegar”.

Así trasciende la poesía de este joven pero dotado y auroral en sus versos, reflexionando acerca del tiempo y sobre la triste historia de los vencidos. “Un pensamiento nos asalta: / hemos olvidado una cita en la / mañana y ya es demasiado tarde, (Pág. 92).Heraud, tiene verdaderas virtudes poéticas; eso es indiscutible pues sus poemas nacen en el seno de lo conciente y de lo real, para transmitirse con las ideas y sentimientos estrictos y puramente poéticos. Se debe anotar que el poeta persigue el sueño y las estaciones como símbolos poéticos. “Invierno que parece un soplo, / cogerse las manos y no sentir frío” (Pág. 93), “sueños al borde de la esperanza” (Pág. 93). En el poema (Alabanza de los sueños y destrucción de las sombras), el poeta intenta deshacerse de todas esas imágenes antiguas, de ese lenguaje que en el inicio le parecía claro y profundo.

Esto es normal en todo creador las causas son muchas sino léase por decir al Neruda del Canto General con el de Estravagario. Javier Heraud de igual modo expande su visión a causa de los duros tiempos que vivía él y la sociedad, sean estos de carácter político, económico, moral y cultural, interpretemos los versos. “ver pasar años, confundirse el tiempo, las horas, / olvidar vientos y paisajes” (Págs. 94-95). ¡Oh, tiempo gastado y viejo, / inútil para satisfacer / nuestros anhelos, / nuestras ansias” (Pág. 95). Algo más que se puede agregar, el autor de El río empieza a proyectarse aún más allá va ha renovar ideas “Y conocer pueblos, tierras / casas, ciudades, ríos, / cada hierba, cada libro, cada monte, cada letra olvidada!” no son más que un verdadero anuncio del querer ir en busca de nuevos caminos amplios que llenen esos campos del alma porque. “Hay cosas que perduran, / si el tiempo lo permite”. Heraud muy conciente como un buen artista, ya presentía que su ilusión consistía en que su poesía se prolongue en la historia aunque su vida ya la sentía triste.

“Mis antiguas creencias / (dioses, soles, paisajes interiores) / se secaron al influjo del poder” (Pág. 96). En “Estación reunida” está la angustia y la rebeldía del poeta, él quiere desechar todo, hacer de sus sueños juveniles, un olvido, se le nota en crisis, en contradicciones, el embellecimiento de sus imágenes las está creando de nuevo, la humanidad de sus versos. Nótase verso a verso, la preocupación por el destino suyo y el de los otros, el pesimismo de su vida como tal lo arruina, sólo tiene fe en la poesía aunque diga dolorosamente. “Pero yo no soy el poeta que ustedes / nombraron / soy solo el caminante que despidieron / entre risas y sollozos y dejaron vagar / inútilmente por los senderos de la tarde”. (Pág. 100). El aeda tiene miedo no sé a qué fantasmas o cuáles ritos quiere hacer un nuevo viaje. “Hacia / las blancas montañas” (Pág. 102), sin embargo, solo se contradice como si alguien le pusiera trabas a sus ilusiones, oscuridad a su pensamiento. “No se puede pasear / por las arenas / si existen caracoles / opresores y arañas / submarinas” (Pág. 103). El desencanto es latente. “Es mejor lo recomiendo:/Alejarse por un tiempo / del bullicio / y conocer / las montañas ignoradas (Pág. 104). Montañas ignoradas sin duda, que poéticamente quiere decir nuevos temas, nuevas formas, nuevas ideas y para su pensamiento vital nuevos días, otros años porque él es conciente de lo que se va yendo en su vida y en su historia. “No busco el tiempo / recobrado y lo pierdo / cada tarde en tus libros” (Pág. 105), se refiere a Antonio Machado.

Debemos poner al presente que Heraud desde su infancia fue un ávido lector y no sorprende cuando él mismo anuncia. “Leer al poeta romántico inglés Keats o a Machado, continuar mi lectura de Proust, reír al lado de Vallejo, ver la luz eterna de Neruda”; en definitiva, el vate se entrega con todas sus alegrías, tristezas y sus esperanzas sin pasar por alto sus visiones ideológicas, culturales y políticas a construir una nueva poesía. Su lenguaje consigue renovarlo, sigue haciendo versos de la cotidianidad de su vida y de su familia pero con un decir más hiriente, más dolido.

“Cuando en mi casa nadie ríe / y he peleado con mi madre, / o con mi padre, / o con mi hermano más pequeño, / ya no hay más tranquilidad” (Pág. 104). La soledad parece afligirle “Cuando no tengo con quién / conversar”, “Ya no sé que hacer, / es muy tarde para / sentarse ante la mesa” (Pág. 105).

Otro punto fundamental de este libro es lo absurdo de las estaciones teniendo en cuenta que en el anterior poemario ya son tomadas como metáforas, aquí llegan a representar el tiempo que para él ya va perdiendo sentido. ¡Oh tiempo del amor y la esperanza, / que vamos hacer sino callar / un poco”, (Pág. 111). En el poema “Alegría sin respuesta” (Pág. 112), lamenta y contradice al verano, antes había dicho, “redoblados soplos de amor” y ahora dice “Se acerca la estación / de las hoja muertas”, el otoño asume otro significado; anteriormente era para él. “Las hierbas caídas” en cambio en el poema de la (Pág. 114), quiere mejor “sentarse en las bancas / del camino / y esperar el otoño” sobre las sombras y los vientos. Él cree irse acabando como su ilusión. “Dejaré de escribir y agotar mares / algún día entre sombras?/¡Oh, vientos! / Es la pregunta que me hago / diariamente,.../ Y suelo contestarla de manera diferente” (Pág. 115).

Está demás redundar y volver a lo dicho pero Heraud casi al finalizar logra su cometido, en este poemario ha vuelto su lenguaje más poético, su pensamiento sobre lo cotidiano está abismalmente cambiado porque a la primavera siempre se la concibe como la estación de las flores pero para él no es más que una traba en su palabra. “Yo no sé porqué, pero cada vez que se anuncia la primavera, la muerte suele acompañarme diariamente... (Pág. 120). En cambio para la estación del otoño el poeta tiene ideas más alentadoras y emocionantes.

    “Estoy en espera del otoño,

    del mismo eterno otoño,

    del otoño de los árboles,

    del otoño de las casas y las flores

    Ahora y siempre,

    estamos esperando el otoño... (Pág. 120)

Sólo la fe en la poesía lo revive con la causa de la justicia, la lucha por la liberación de la humanidad; la profunda lección moral y política de su vida y de su muerte forman parte del patrimonio revolucionario mundial; su desaparición física a tan cortos años es un hecho irreparable empero imborrable y es eso lo que debe obligarnos a ser verdaderamente dignos a cantar y a actuar. “Por qué me acechas de este modo poesía? se preguntaba /¿Por qué me persigues insistentemente?” (Pág. 127). “Ya no puedo librarme de ti”. Entonces que vaya quedando claro que como poeta su riqueza escrita se demuestra verbo a verbo, en adjetivo y sustantivo. En su poesía concibo verdaderos edificios elaborados con insólitos elementos, su visión se marca en “El río” y a pesar de su afán revolucionario tiene en claro que el poeta debe ser leal con la palabra y con la belleza poética.

    “Porque contra ti, poesía, nada puedo,

    porque contra ti, nunca he podido,

    porque contra ti, nunca podré” (Pág. 128).

A veces se ha dicho de los escritores que deben ir con el pueblo, sin embargo, muchos van de puntillas con su palabrería, Heraud, en cambio fue con su acción, y su palabra poética fue tan sólo para eso que es poesía de íntimo lirismo, capaz de expresar los dolores que veía alrededor del Perú y el mundo porque en sí todo, Perú y mundo son un caos, es decir, no son la luz que algunos días esperamos. Entonces que este joven lleno de versos vaya siendo el recuerdo más cercano en las letras peruanas no importa aunque ya sea parque, colegios, calles ya que al fin en eso se transforman los grandes hombres con generosos ideales y sentimientos después de muertos.

A Holderliln y la esencia de la poesía lo quiero poner aquí con esta interrogante ¿Quién es el hombre? .Aquel que debe mostrar lo que es. Heraud acaso no demostró lo que era por un lado poeta y por el otro luchador? El hombre es lo que es aún en la manifestación de su propia existencia. Heraud demostró con poemas y actos lo que sentía ser un hombre lleno de alquimia y el de pertenecer a una tierra convertida en harapos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta columna semanal suya me ha ayudado mucho . . pues estas ultimas 3 semanas se ha dedicado a Heraud . . y en los examenes ya no me es tan dificil recordar a este autor q es excelente por cierto .

Atte:

Mayra G. De la Cruz Solorzano.