01 agosto 2009

Confusión


Me culpó de no saber amarla. Por supuesto, asentí. Aunque, inmediatamente, le repliqué. Yo, sí la amaba. Ella argumentó que una cosa es amar o otra, muy distinta, es saber amar.
Saber amar, de algún modo, es una de las tantas cosas que sigo ignorando. En otras palabras, la amaba, a mi modo, pero la amaba. También era posible que, como decía ella, no supiera amar. Lo cual, se resumía en una sola frase: la amaba, pero no sabía amarla.
Me asaltaba una duda: ¿era posible que alguien podría no amarla, y, sin embargo, sí saberla amar? No sé cómo, yo la amaba, pero no sabía amarla. Definitivamente, no saber amarla era algo que me entristecía mucho, pero me daba rabia pensar que alguien, no amándola, pudiera sí saber amarla.
Acaso, lo que me decía entre líneas, era lo que me imaginaba. Es decir, alguien no la amaba, y, sin embargo, sabía amarla mejor que yo, que en realidad la amaba, pero lamentablemente no sabía amarla.
Claro, amar es una cosa, pero saber amar puede ser otra cosa. Es que, acaso, una condición sine qua non para amar es saber amar. Un difícil juego de palabras, pero con algo sentido.
Sí, eso es. Un juego de palabras, que también se puede resumir en algo un poco distinto, pero, al fin y al cabo, igual:…

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