La Cuarta Pared es un espacio en donde dejamos por un lado la crítica seria, de esas con palabras difíciles, que después de leerla nos sentimos un poco más idiotas. Dejar un lado a críticos, leídos y súper leídos, capos de la teoría cinematográfica y corrientes filosóficas por donde pueden circundar temáticas desgastadas de películas sin nombre.
La Cuarta Pared representa a ese cada vez más reducido grupo, a esa reducida masa que se preocupa en sacarle el jugo a una película de manera positiva, sin herir susceptibilidades, sin mellar en el amor propio del creador. La Cuarta pared somos nosotros señores, el resto. Necesitamos que el escenario le falte el respeto al público, sentándolo a la mesa con él, para que sea el cuarto comensal. Esperemos conseguirlo.
Me encanta el cine y eso es todo, alguna actitud, comentario, reflexión o escrito se rige básicamente y en consecuencia con mi amor por ello. Esa emoción que uno siente cuando la poca luminancia en la sala desaparece y el ecran ilumina las pupilas, las conocidas entradas de las grandes productoras y de las nuevas, ese temblor que se siente en el estómago cuando el dolby estremece la sala. Es incontrastable. Personalmente el sólo estar ahí sentado a expectativa de todos esto, poder ver los sugestivos trailers, siempre dejándonos con ganas de más y hasta los mismos comerciales de televisión en el cine, se maximizan y todo en conjunto marca un tempo que a medida que se va acercando al inicio del filme termina por explotar dejándote totalmente predispuesto a ver. Todo eso, toda esa magnifica antesala, incluida la tradicional canchita y gaseosa, valen la visita, valen la entrada. Por Dios que sí. Me apena bastante tener que vivir mi vida, de alguna manera limitado, sujeto a leyes básicas humanas, a leyes sociales, en realidad, encadenados a horarios nocturnos, diurnos, a veces de madrugada, al trabajo, al pasarla difícil, a tener un mal día, es muy triste.
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