23 julio 2008

¿Malcriado, yo?


A todos aquellos que de niños fueron callados.

Antes de comenzar debo admitir que no soy la persona más cortés que existe; sin embargo, cabe resaltar que no soy un malcriado y mucho menos de mierda...

Yo comprendo que de niño uno no debe entrometerse en asuntos de adultos – así los menores tengan razón en lo que sostienen – porque luego le dicen a uno grosero; sin embargo, me surge una curiosa pregunta: ¿acaso los jóvenes NO pueden debatir algún tema con personas mayores sin que sean llamados malcriados?

Pues bien, esta interrogante surgió a raíz de que un día cansado del estrés y del aburrimiento cotidiano salí a caminar por el centro – como se dice normalmente, fui a jironear –, y fue ahí, cuando divagando indiferente a la realidad, me tropecé de casualidad – o mas bien, se tropezaron conmigo – pero hasta esos momentos, no ocurría nada fuera de lo normal. Sólo un tropiezo más.

Al parecer fue un asunto sin importancia (al menos yo lo tomé así); sin embargo, lo curioso del caso es que la señora que me atropelló, giró bruscamente y como si yo hubiese originado el choque, me señala insolentemente:

-Cuidado pues.

Seguramente, lo que hubiese hecho cualquiera en ese momento sería: pedir perdón pese a que no tuvo la culpa; sin embargo no suelo quedarme callado ante improperios lanzados a mi persona y le respondí:

-Yo no tuve la culpa, usted mire por donde va – fue lo primero que se me vino a la mente.

No sé si por el fastidio de la gordita esa o por el tumulto de la gente que hubo en la calle, la "respetable" alzando la voz y con un tono amargo, insultó:

-Calla, malcriado de mierda. ¿Qué tienes, ah?
-¿Malcriado, yo? – Pensé – ¿pero en qué momento? – me pregunté.

Inocentemente, creí que en algún momento llegué a ser realmente grosero y para despejar esa duda le pregunté:

-¿Malcriado, pero en qué momento? Dígame cuando le falte el respeto.
-¿Qué? Cállate –me ordenó como si tuviera autoridad alguna sobre mí.

Y es más, hasta un zángano (y no es una falta de respeto, tan sólo uso el término adecuado) que no tenía nada que ver en el asunto y que al parecer era su esposo, interrumpió nuestra conversación de alcurnia y también me dijo malcriado.

Finalmente, la honorable pareja continúo su camino raudamente mientras murmuraban

-seguramente la clase de persona con que se toparon – y se alejaban para no volver a escucharme.

Luego de este altercado nunca supe si realmente fui malcriado... Si alguien tiene alguna respuesta, les agradecería que me lo hagan saber.
Lo único realmente claro es que la mayoría de las personas no aceptan que alguien más joven les diga que se equivocaron o en este caso que el joven quiera sostener una adecuada conversación porque saben que no tendrían argumentos sólidos y contundentes para sostener sus ideas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Punto muy cierto, como dice Diderot "La ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio". El que tiene la razon no tiene porque alzar la voz, no importa cuanto años tenga.

Anónimo dijo...

En el fondo, la señora no mostró la menor señal de comprensión ni tolerancia.

Tal vez estaba cansada. Pero, lo más probable es que su nivel de autoestima era peligrosamente bajo.

Es una epidemia: la baja autoestima.
FJ