03 septiembre 2008

El descuido

Todo dependía de ese día. Ya todo llegaba a su fin y para mí era como si las cosas recién comenzaran.

Sería el verano perfecto. Playa, sol y arena todo el día. Mis vacaciones esperadas las veía tan cercanas, pero segundo a segundo temía perderlas, todo por la culpa del descuido.

Recuerdo las amenazantes palabras de mi madre antes de comenzar el ciclo: "Ya sabes, un solo curso desaprobado y vestido de rojo te corres del toro." ¡Que miedo! De tan sólo recordar esas palabras, mi piel se helaba por un escalofriante pavor.

Todo dependía de ese día. Las juergas, los amigos, el "chongo" y el vacilón los veía reemplazados por una fiera indomable llamada madre, quien me tendría a régimen militar, despertándome más temprano que el madrugador gallo, pintando la casa entera dos veces por semana, mientras controlara a mis primitos que no se tomen el agua del inodoro o se crean alpinistas en los muebles de mi casa.

Como todo mal estudiante y buen peruano, dejé las cosas para el final --para el último momento –- era cerca de la medianoche y un amigo, con quien estuve preparando los planes, me manda un sms o mensaje de texto para quienes aún no ingresan el mundo tecnológico, preguntándome si ya todo quedó listo para la aventura.
Emocionado, le conteste que solamente faltaba presentar un trabajo para el día siguiente.

Antes de irme a dormir, miré a la lenta pero fiel computadora, sabiendo que todo estaría listo para el gran día. Lamentablemente, al día siguiente, al despertarme me llevé la sorpresa de mi vida: La computadora había desaparecido de mi casa.

Asustado por el imprevisto, corro donde mi madre y le digo que llame a la policía porque robaron la "compu". Pero mi madre me tranquiliza diciéndome que nadie se la robo, mas bien el técnico se la llevó porque tenía virus.

--¡Ah ya, por ahí hubieras empezado! --Le dije, pero de inmediato veo mi mochila y recuerdo que mi trabajo no lo había impreso--
--¿A qué hora la traen? --pregunté ansioso--
--¿A qué hora? –-sonrió mi madre y continúo-– en un par de días.

En todo el camino a clase pensaba qué le diría al profesor, ahora a quién mandaría al hospital – la última vez fue mi abuela y hasta la enterré por adelantado – el perro se comió la tarea, pero el profesor sabe que no me gustan los animales. Mi mamá botó los papeles sin querer, se ensuciaron, se rompieron o se ajaron. Realmente cada excusa me parecía peor que la anterior.

Finalmente, se me ocurrió llorarle desconsoladamente al profesor, pero me acordé que ya intentaron hacer eso y en vez de ayudarle, le bajaron más la nota.

Solo quedaba resignarme y convertirme en el ceniciento de mi casa.

Al llegar al aula, me doy con la sorpresa que nadie tenía el trabajo en la mano y fue ahí donde recordé que la última oportunidad para entregar el trabajo era para la próxima semana y los que entregaran hoy tendrían un adicional en su nota.

Moraleja: no dejes que el técnico arregle tu computadora antes que acabe el ciclo.

2 comentarios:

chari dijo...

Juanca, que bien escribes. Me encanta leer tus artículos.

Chari

Anónimo dijo...

JUANCARLOS SI Q ERES DESPISTADO Y DESORGANIZADO, POBRE MADRE JAJAJAJA