08 octubre 2008

El cumpli-miento



Según San Juanla

Desde hace varios días me picaba la mano por empuñar mi pluma en este tema, aunque la asistencia a una conferencia fue el detonante para animarme a escribir. Asimismo, quiero advertir que varios de mis lectores se sentirán o podrían sentirse incómodos al final de este texto.

Y un último detalle antes de comenzar. En el título no sobra ningún guión, sino que es un pequeño gran detalle que explicaré a lo largo de esta juancarlada.

Desde que dejamos de ser infantes e ingresamos al colegio, nos bombardean con múltiples trabajos y tareas para el hogar que dicho sea de paso, al comienzo, son realizados por nuestros padres o por lo menos, nos orientan en gran parte.

Sin embargo, llega un momento en que toda esa responsabilidad recae exclusivamente en manos de los pequeños alumnos, quienes se dejan llevar por el ocio y la flojera y hacen hasta lo imposible por terminar rápidamente para salir a jugar con sus amiguitos o simplemente ver televisión hasta que los manden a dormir.

Lamentablemente, este mal hábito continúa hasta la secundaria y acá es donde las asignaciones son presentadas cumpliendo y mintiendo a la vez; es decir, nos acostumbramos a presentar un trabajo para que no nos jalen, olvidándonos del verdadero significado de éste, el cual es aprender un poco más..
En otras palabras, cumplimos con cualquier trabajo, pero nos mentimos a nosotros mismos diciéndonos que hemos aprendido algo.
Es decir, realizamos un cunpli-miento.

Es mas, creo que todos en algún momento pasamos por esta etapa tan vergonzosa en la que nos convertimos en personas mediocres. Sin embargo, muy creído de que, con el pasar del tiempo y sentando cabeza, las personas toman conciencia de esa situación y cambian para su bien, pero me equivoqué rotundamente porque hace unos días, mientras estaba en una conferencia organizada por una universidad, escuché tristemente otro caso de cumpli-miento y esta vez de un universitario, de un futuro profesional.

En ese lugar me sorprendí porque el auditorio estaba lleno y era bastante grande, aunque algo me decía que el público había sido obligado a asistir. En efecto, mis dudas, se aclararon cuando llegó el momento de las preguntas y no faltó un estúpido que preguntase si ya podía irse. Fue ahí cuando me di cuenta que este personaje, al igual que muchos otros, habían ido solamente a cumplir para que sean vistos por su profesor, mas no asistieron con un interés de ampliar sus conocimientos.

¡Qué triste realidad! Y aunque sé que hay honrosas excepciones, espero que este nuevo vocablo no sea registrado en la Real Academia de la Lengua porque tan sólo se utilizaría en nuestro querido Perú.

Me despido de ustedes hasta una próxima JuanCarlada.

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