11 abril 2009

En contra de la poesía

Según San Juanka

El arte en sus múltiples formas es agradable y sumamente bello, sin embargo, toda regla tiene su excepción. En este particular caso, se trata de una habilidad artística enigmática para muchas personas: la poesía.

Si bien es cierto, el simple hecho de pararse en una esquina a leer los periódicos del día se convierte en un arte para muchas personas, otro buen número de éstas prefiere hacerlo con un buen libro, el cual puede leerlo sin dificultad en casa, la oficina, en el centro de estudios o hasta en el bamboleante y antiguo vehículo de transporte público.

Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando una persona X desea movilizar un poemario cualquiera de su casa a algún otro lugar porque esta expresión artística solamente se puede desarrollar a plenitud en un ambiente óptimo; es decir, sin ruidos, ni movimientos y con una concentración extenuante para el lector.

Además, al deleitarse con un cuento, una novela o una obra de teatro, la imaginación de uno comienza a tener actividad, recrea internamente la situación, el contexto y hasta la caracterización y diálogo de los personajes; y en muchos de los casos, las personas nos sentimos identificados con el personaje principal de la obra, llegando, incluso, a vivir intensamente cada instante de la obra.

Sin embargo, en la poesía no ocurre lo mismo porque simplemente nadie se identifica con el tema (ojo que no digo personaje porque en varias ocasiones no existe uno como tal, sino que es reemplazado por la belleza, la vida, el amor y otros de similar corte, los mismos que no dejan nada a la imaginación).

Otro desdeñable punto del porque odio la poesía es cuando, por “conquistar” a una mujer, muchos hombres se esmeran por estar colgados de Internet y descargar cantidad de textos largos, aburridos y escritos por otros esperando encontrar el adecuado para su musa inspiradora (como si cada uno no tuviera algunas neuronas en actividad para poder escribir un par de líneas aceptablemente redactadas y conseguir que el amor del momento caiga como mantequilla).

Incluso, si en algún momento se me cruzaron los chicotes y me dio por intentar apasionarme por este antiguo arte fue cuando creí estar algo enamorado, pero al comenzar con la lectura de cualquier poema, no pasaba de ese punto; es decir, sólo leía algunas líneas, no me llamaba la atención y por último, yo mismo buscaba pensar en cualquier otra trivialidad como el desayuno del día anterior.

Es mas, al igual que yo, muchas de las personas al leer un poema no entienden nada de nada, salvo las palabras como unidades del lenguaje, lo cual se convierte en un elemento bastante insignificante.

Por último, tanto detesto a la poesía que las veces que intenté redactar tres líneas coherentes, hice cuatro mal hechas, sin pies ni cabeza y, por si fuera poco, ninguna de estas líneas guardaba relación con alguna de las otras tres.

Lee el
a favor de la poesía, de Frank.

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