04 abril 2009

A favor de los ternos

Me agradan los ternos por su razón fundamental, la elegancia y la presencia que se gana al colocarse sus partes. Me gustan por su apariencia engañosa, puedes ser un “Don Nadie”, un perfecto “pelele” de saco y corbata pero nadie podrá darse cuenta de ello y al menos vivirás feliz por esos minutos sintiéndote un ser importante.

Me agradan porque en cualquier estación del año te ves igual de interesante y aunque sea verano- te mueras de calor- y sudes más que un cerdo, te verás mejor que un transeúnte “terrenal”. Me gustan además porque los hay de diferentes materiales, si el fuego del sol te consume, hay un terno de poliéster listo para tu talla, pero si hace un frió descomunal también los hay de lanilla, y si eso fuera poco hay un mundo entero de materiales que pueden dar vida a esta prenda; si no pregúntele a nuestro ministro del Ambiente Antonio Brack, que no encontró mejor forma de enviar un mensaje en contra de la contaminación que colocándose un terno de papel.

Me gusta vestir en terno porque siempre estarás mejor cubierto con él que si él. Me agradan porque pasé más de cinco años de mi vida universitaria chambeando con ellos, conviviendo diariamente con sus texturas y diseños (incluidos los sábados), hasta llegar a convertirse en una de mis prendas favoritas. Me agradan por la facilidad que tienen para poder combinarse, corbatas y camisas, medias, correas y zapatos, dándole un toque de glamour a tu imagen (siempre y cuando no seas un huachafo que anexa un canguro junto con el terno).

Me gusta porque en las entrevistas de trabajo siempre verás un cúmulo de personas de saco y corbata, paradas en fila, apostadas sobre la pared con un fólder de manilla al lado, esperando que su terno los ayude a conseguir ese puesto; y aunque posiblemente jamás lo vuelvas a usar en tus labores diarias, recordarás y agradecerás ese saco viejo y esa corbata a rayas que te abrió un promisorio camino de archivador.

Me agrada también porque si no consigues el trabajo y te expectoran de una entrevista laboral, quizá no se te note lo derrotado que estás por dentro cuando estés de regreso a tu casa.

Me encanta porque su aspecto no ha cambiado mucho desde hace algunas décadas y salvo algunos cortes nuevos en la tela y el cambio de los botones, han conservado su misma imagen. Es decir, un diseño democrático y universal, apto para todos. Claro apto para todos los hombres, pues aunque las mujeres hayan intentando ingresar sus curvilíneas formas en un traje similar, solo se podrán conformar con un sastre, una burda semejanza, de pantalón y saco, a la que le hace falta un elemento importante que refleja la virilidad del hombre y que se remonta a los orígenes de su fisonomía colgante: La cortaba.

Me gustan los ternos porque a las chicas siempre les parecerá más atractivo un tipo “bien producido”, luciendo un Ermenegildo Zegna o un Dolce & Gabbana, que a una esperpento de la vida que se viste como reggaetonero barato y pretende hablar como un dominicano de contrabando.

Los adoro porque aunque no esté en tus posibilidades comprarte un costoso Zegna o un D&G, y luzcas en su reemplazo uno de Confecciones Pepita o Telas Ardillitas made in Gamarra, estarás bien, siempre y cuando sepas combinar tus prendas en busca de tu estilo.

En fin, me encantan los ternos porque estar vestido con uno de ellos no significa necesariamente ser parte de la industria ejecutiva, ya que esta vestimenta nos acompañará hasta el fin de nuestra historia. Así tengas dos años y te estén bautizando o seas un adolescente que se dispone a exponer tendrás sobre tu cuerpo un terno. En el momento en que estés por casarte con la mujer que escogiste, lucirás una variante de este que se llama esmoquin; inclusive, después de una vida llena de corbatas, sacos, y zapatos, tu muerte también estará vestida de forma elegante. ¿Adivina con qué?.Si, con un terno. El mismo que te acompañará en tu último viaje.

2 comentarios:

Pablo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Arturo dijo...

Debo confesar que amí no me gusta usar ternos, pero colocas razones y trabajas argumentos que me hacen cambiar de opinión.

saludos