06 junio 2009

El mejor lugar

Según San Juanka

- ¿Ahora qué voy a hacer? – me pregunté durante todo el trayecto.

Hace media hora debía estar en el salón y no porque era el curso que más gustase (mas bien, todo lo contrario). Incluso, en todo lo que iba del ciclo, era la única vez que me vi en la obligación de estar a tiempo: aquel día se llevaría a cabo la evaluación (la primera y tal vez la única del ciclo).

La radiobemba difundió que con ese profe, los alumnos solamente debían preocuparse en salir bien en el primer examen por que el docente los exoneraría del resto de evaluaciones (siempre y cuando salgamos bien).

Lamentablemente, los efectos del invierno, aquellos en los que provoca descansar 5 “minutitos” por la tarde, se multiplicaron por doce y se me hizo bastante tarde para llegar temprano. La única preocupación era que pudiese dar esa evaluación.

Al llegar, me di con la grata noticia que el profesor aún no llegaba. Al querer sentarme, note que tenía una variedad de asientos para escoger, pero todos con la misma peculiaridad: muy cerca del lugar donde estaba el profesor. Por otro lado, mis compañeros bien acomodados en los rincones más oscuros.

Al final de la prueba me enteré que la mayoría entregaron los exámenes de manera idéntica y con el menor esfuerzo.

¿Tienen alguna idea del extraño suceso?

Lo mismo que ha ocurrido durante toda la vida de la existencia del ser humano: el vil y sucio plagio, con el cual nada aprendemos y cultivamos nuestra ignorancia de manera espectacular.

Finalmente, me exoneraron del curso, al igual que mis demás compañeros. Luego reflexione que por quedarme dormido, desperdicie energía tontamente.

¿Y por qué digo esta contrariedad?

Resulta que la poca importancia del curso, nunca debió preocuparme. Además, copiando o no, siempre aprendo. Por último, las costumbres nunca deben romperse.

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