12 julio 2009

Ojos traidores

He sido acusado injustamente de ser un insidioso observador de mujeres en la calle, en los micros, en el cine y sobre todo en la playa.
Las veces que he salido con ella, mi novia, que ya viene siendo hora de que le pongamos un nombre para que no confundamos todo este rollo que viene siendo el décimo tercero de esta columna, he tenido altercados livianos pero totalmente disidentes y desencantadores con ella, ella que merece tener ya un nombre.

Un nombre. ¿Qué nombre se le adaptaría a un ángel concupiscente, armonioso, extremadamente hermoso y carácter, para variar, tan angelical? Podría ser el obvio nombre que deviene de un ángel, pero la verdad nunca me han gustado tanto los angeles, no podría sentir sincera confianza hacia alguien que no conoce el sexo y mucho menos el pudor y el placer de mentir también.

Cómo un punto seguido quiero dejar en claro también todo el alboroto que ocasionaria el tener sexo con un ángel, de imaginar la cama y la cantidad de plumas en la habitación me lo pienso dos veces. Resuelvo que no son seres para ese tipo de placeres y por consecuencia no llegan a ser de mi entera confianza.

Angela o Angélica serían los nombres directamente vinculados si tomara la decisión de devenir de ello, algo que no pienso hacer, sino más bien usar una musa con nombre propio de un autor al que admiro mucho y que la nombra en más de uno de sus relatos incluyendo “El Cuervo”, ese magnífico poema de Edgar Allan Poe.

Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.


Y aunque Leonora me suene o nos suene a "tía", no tengo otro remedio que llamarla asi, ya que la sin nombre para siempre permitirá perpetuar con su silencio su permiso para hacerse llamar Leonora, llamada por los angeles y tambien por mí.

Entonces Leonora, se enojaba de manera silente y lo demostraba con sus pasos fuertes o su desgano para contestar alguna pregunta ocasional que yo pudiera hacerle, incluso las preguntas sobre si estaba enojada conmigo o si es que había hecho algo malo, ella “no pasa nada, todo esta bien” me hacía sentir todo lo contrario.

Sin embargo la sensación de culpabilidad que experimentaba en ese momento era por decir lo menos, sin fundamento, al menos para mí, porque yo no me daba cuenta en que caía repetidas veces en lo mismo. Mirar mujeres en la calle.

En mi defensa podría permitirme dar una serie de argumentos falsos y también perogrulladas, pero siendo lo más honesto posible puedo afirmar que no me percataba de esto. El hecho de que yo mire u observe a alguna mujer pasar por la vereda de enfrente no obedece a mi menor sentido de la conciencia, sobre todo cuando Leonora me acompaña y esta a mi lado tomándome la mano. Tendría que ser idiota para hacer eso.

Pero lo hago. Y cuando pongo atención realmente lo percibo, percibo como derepente mi mirada toma una ligera curvatura por sorpresa y se detiene en redondeces impropias para luego regresarla al frente y continuar con la conversación. Todo esto asumiendo que mi buena Leonora no se haya percatado de ese escape fugaz que si pudiera elegir no hacerlo, aseguro no lo haría.


Cómo prácticamente es inevitable y los hechos siempre se dan, siempre el que menos se piensa termina preso de esta cargante situación, lo único que se me puede ocurrir por expresar son las debidas disculpas del caso y con compromiso a no volverlas a hacer más, algo que verdaderamente es muy difícil ya que no depende cien porciento de uno.

El tiempo que uno ha estado solo se ha acostumbrado a eso, en el mismo chip del hombre, del varón, se encuentra esta visión de selección. Recuerdo cuando en Jurassic Park el Dr. Grant, durante el paseo y al pasar por la jaula del tiranosaurio que era provocado con una cabrita para que se mostrase y todos lo puedan ver, decía que no se pueden suprimir 65 millones de años de instinto, el tiranosaurio desea cazar, no desea que lo alimenten.

Complemento esto sólo observando a los perros, como cuando antes de echarse en su cama o en cualquier lugar cómodo, ellos aún continúan dando vueltas para suavizar el terreno como lo hicieran sus antepasados en el suelo duro o ramajes donde dormirían. El instinto es intrínseco e ineludible.

No se pueden suprimir más de dos millones de años de instinto, y como lo creo firmemente el hombre es más animal que gente, es lo más seguro de pensar y es más seguro también pensar para nosotros que es así y no meternos e involucrarnos en actividades que no nos competen.

Leonora, no es mi intención, no lo deseo hacer, pero seguramente tendremos más problemas por esto, asi tu sigas callada y me voltees la cara cuando te doy un beso y al abrazarte trate de cerrar los ojos para sólo verte a ti en mi pensamiento y que mis ojos, cagones como son, no me desvíen del placer que siento de estar a tu lado caminando por cualquier calle en esos días de verano que suelo padecer.

Siempre había culpado a mis ojos, realmente ellos eran los responsables de ponerme en aviso de todas las redondeces penitentes que pasaban por mi costado o por delante de mí. Incluso había llegado a pensar que la gente invidente sería la más fiel, ya que no podría ver a nadie y no surgiría la inquietud de nada, sólo de su propia pareja a quien tiene cerca.

Opinión que cambio dramáticamente después de leer “Ensayo sobre la ceguera” e incluso ver el film basado en el libro llamado Ceguera, en donde el doctor tiene relaciones sexuales con la mujer de lentes oscuros, incluso sabiendo que su esposa los podía ver ya que obviamente era la única que podía ver.

Existe algo más que el deseo visual, los otros sentidos se agudizan y esa terrible e insaciable arrechura, de la que habla el buen Gabo, se nos viene en oleadas de fragancias y aromas indescriptibles, el simple roce de la yema de los dedos recorrer la espina hasta llegar al coxis, el recorrer de la nariz por la mejilla hasta llegar a la oreja, incluso probar la sal del sudor ajeno en un extasis fanático.

Todo nos provoca y nos evoca sensaciones mi querida Leonora, es que si no fuera así uno nunca sabría diferenciar entre una exquisita pero finalmente simple arrechura del momento o mirar la media nalga que se escapa de una micromini y la satisfacción de esquivar un culo al cruzar la pista o el sublime placer supremo de hacerte el amor.


2 comentarios:

Cl Karin BriSa dijo...

Hey! Nice writing! Muy interesante... Aunq' NO sólo los hombres "MIRAN", también las mujeres lo hacemos haha xD / Creo q' es inevitable pasar por alto algo bello o llamativo... Sin embargo, uno NO siempre 'VE' de manera INCONSCIENTE ah! Eh, ahí el detalle! ja ^o^

Anónimo dijo...

Los sentidos no siempre son confiables ni leales, así que para que crearse un lío, si son plenamente libres, eso es lo que mas me vacila la libertad de mis sentidos, nadie podrá nunca ponerles una cuerda y encaminarlos.
Mi consejo Pabli: Sigue mirando pero aprende a ser solapa, y trata de controlarte cuando la enamorada este al costado, porque para las mujeres no hay nada mas bonito que atrapar a los enamorados mirando a “otras”, y si crear un drama para ponerme sal a la herida.

Sil