03 julio 2009

Lejana y ausente

Mía, amor palabra arcaica y nueva
aroma de la música, melodía de la flor
el adiós también hiere con dureza el alma y a su alba,
pero, el vuelo de las mariposas de colores
felizmente dejó ileso mi corazón
para poder cantar y sentir tu lejanía.

Si tú vuelves a ayudarme a atrapar estrellas
en firmamentos imposibles,
a recoger sueños, ideas en islas remotas,
a traer el amor y el amar a este suelo,
es probable que la vida mía se vuelva
la esperanza de una flor serrana
con un beso del invierno.

Si tú vuelves intentaremos lo posible,
ir al bosque prohibido,
a comernos la manzana de la imperfección
y con besos sabor a eternidad eternizarnos
en la marchités del tiempo
y en la imagen de la espuma ser dos sueños.

Mía, sólo así curaremos la incertidumbre
del amor que en mí sangra por tu herida.
El dolor nació en los huertos de tu lejanía,
floreció en los parques de nuestra separación
amor mía, si acaece nuevamente el crepúsculo del amor
ámame y pon tus labios a cantar junto a los míos
pidamos en ruego común que dancen el Sol y la Luna.

Amada, si sientes que el amor renace
aunque sea sobre las cenizas del mundo
vuelve a mí, trae el enigma oculto de la Luna.
Amor, lejana ausente, si el amor
sobrevive después de tantos atentados,
y se eleva a la celestial altura de la honra;
refugiémonos bajo el árbol dulce de la vida,
quedémonos siquiera por un día
lejos a las aromas del infortunio,
que las pálidas hojas del árbol añejo exhalan
cuando la muerte las tienta con sus manosde raíz a flor, de fruto a corazón.

0 comentarios: