02 agosto 2009

La Lección

Estaba todo tan frío, mis manos amarradas y mis pies también, sólo podía percibir que estaba en una cama desnudo.
Preguntas como, el porque estoy aquí, quien me trajo o porque estoy atado, se me venían a la cabeza, no podía recordar mucho, pero intentaba, hacia un gran esfuerzo, pero sólo imágenes borrosas se me venían a la mente, como cuando alguien quiere ver una cinta y el cabezal esta sucio, episodios que saltaban hasta otros, poco podía explicarme, tratando, hilando, hallando la razón del porque estoy de mi situación.


Estaba en la barra de un bar tomando una cerveza esperando a un amigo, que vale decir, ya tenía media hora de retraso, por los mismo que yo ya iba por mi quinto vaso en honor a la espera. Me disponía a encender un cigarrillo, cuando siento una palmada en el hombro, era Miguel, nos saludamos, y comienza a explicarme las razones de su retraso.


No me sorprende el enterarme, que como ya me imaginaba, su esposa era la causante. La verdad es que me ofusca bastante esa respuesta, estas estúpidas excusas, la verdad hubiera estado bien que no me diera ninguna, que me diga "me atrasé" y punto, pero algo que no puedo tolerar es cuando una mujer ejerce el dominio absoluto, que tan sólo una llamada baste para que el hombre se ponga como un idiota. Me enoja, me fastidia, quisiera decírselo como tantas veces se lo he dicho, insultarle y decirle que es un pisado de porquería, que no valía nada, pero me contengo, hay muchas chicas en el lugar y no quiero que nadie se de cuenta que soy un machista radical, sólo aplaco mi ira diciéndole que es un huevón y que siempre lo va a dominar su mujer.

Pedimos más cervezas, conversando por el tiempo que no nos habíamos visto, contando anécdotas, pendejadas, y demás cosas, que sólo los oídos de un hombre puede oír, Miguel me escuchaba, reía, asentía con la cabeza, a veces se ponía serio. Con mis anécdotas se enojaba, quería hacerme recapacitar, pensaba que estaba mal, yo le decía alzando la voz, sólo lo que me permitía mi veinteava cerveza, aprende huevón así son los hombres, hasta cuando te vas a dejar pisar, él no me contestaba.

Yo hablando fuerte, abriendo la botella con el taco del zapato, entre carajos y putamadres le contaba mis historias mas íntimas, historias que tal vez me avergonzaban, pero que el alcohol permitía que mi discreción se fuera por el baño, tal como yo hacia repetidamente. Hasta que a mi regreso del mismo, me tópé casualmente con una joven hermosa, llevaba una minifalda apretada y unas botas, una blusa que llevaba el último botón a punto de escapar, dejándome ver unos hermosos pechos y un poco de su brasier, no esta mal decir que la desee tanto en ese momento.

Si por mí hubiera sido, mandaba a mi amigo a volar y me encerraba en el baño con ella, pero mis miradas no fueron correspondidas y se metió a los servicios dejándome en la boca mi floro barato de borracho.

Al regresar a mi asiento hice unos comentarios preguntándole al buen Miguel si la había visto cuando tropezamos en la puerta del baño, y me dijo que no, me esforzaba por describirla y narrarle lo que lo más recóndito de mi imaginación podría ofrecerle a tan hermosa mujer, cuando al levantar la vista estaba ella a mi lado, con su minifalda, con sus pechos, con todo.

No supe que decir, me sonrió y me dijo, ¿No me invitas un trago?, a lo que respondí, -cómo no preciosa, siéntate acá mi amigo ya se iba, ¿No Miguelito?

Mal no me sentía de haber despachado a mi amigo sin mayor trámite, tampoco iba a ser que le convidara la presa que había yo cogido, porque además entendía que él no iba a aceptar la idea de vernos los tres en una cama. Y por último, este lomazo, hembrón o como se le quiera llamar seria mezquina para que se aplique a la joven en cuestión, no lo iba a compartir con nadie.

Conversamos poco como para que yo me le insinúe, pero igual lo hice por cortesía de la enésima cerveza que me tomaba. Todo estaba yendo bien e incluso al hacerle un comentario algo picante comprendí que no estaba bromeando, sino que en realidad pensaba lo mismo que yo y que al salir, el taxi que tomemos nos iba a llevar a un hotel, si es que no tenía ella pensado otro lugar.

Nosé si mi error fue hablar tanto sobre pisados o pendejadas que hago o mirarla así cuando salí del baño, o si mi culpa recae en el pasado, lo cierto es que el más grave error fue dejar la barra para ir al baño antes salir.
Al regresar me dijo que tomara un vaso con algo, no sabia mal, yo lo acepte en cuanto me dijo,- no quiero que te me duermas en pleno vacilón-, yo sonreí, puse mi mayor cara de idiota y lo bebí, siempre creyéndome pendejo.

Estoy en el frío cuarto, solo, atado de brazos y piernas, sólo puedo observar una computadora, y en ella estoy yo, me está grabando, me retuerzo, me muevo violentamente, trato de zafarme pero no puedo, los nudos son muy fuertes, tal vez debí actuar así yo, como los nudos, Señor que me ira a pasar, pienso, rezo, por favor que no me hagan daño tengo una familia…


Lloro inconsolablemente, no puedo gritar, estoy amordazado con una especie de pelota y una cinta que si me agito no me deja respirar, por eso debo estar tranquilo, calmado, ya todo pasará.

Una voz interrumpe mis pensamientos, pensamientos de enmendar mi vida, de ser buena persona, de dejar el pasado atrás. Pero el pasado está más cerca que nunca, me sigue y por fin me dio alcance, la voz me dice quien soy, que es lo que hago, en donde vivo, a que hora salgo, sabe tanto de mi. Yo sólo pienso que espantosa voz sabe todo eso de mi y mi familia. ¿Será el día en que pague por todo lo que hice?

El monitor comienza a cambiar de imagen y ya no salgo yo, sino la foto de una joven, seguida de otra y otra, todas me son conocidas, a todas las poseí cuanto quise, aprovechándome de su estado o de su soledad, luego las abandonaba


Poco a poco, iba comprendiendo de lo que se trataba todo esto, al final sale una foto que no era tan familiar como las otras, pero si la conocía haciendo memoria, pude identificarla, pero mi mente no quería recordar el trágico hecho que había ocurrido con ella.

La espantosa voz me presionaba cada vez más a identificar a la última chica, me dijo: ¿Te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas que me violaste?
De repente sale la joven que había tomado conmigo en aquel bar, al mirarla comprendí todo, comprendí de la venganza que había planeado, en como había caído yo, tan fácil. Aunque la única duda que me asaltaba era como iba a pagar por el crimen cometido, siendo mis dudas disipadas al ver que ella traía en sus manos un consolador del tamaño de una macana y esa sonrisa que antes me había parecido tan cautivadora se convirtió en la más despiadada guía de mi desventura, al pronunciar sus labios “Ahora sabrás lo que se siente”


…y mis gritos que sólo yo podía oír no saldrán jamás de esa habitación, así como yo jamás, si es que vivo, hablaré sobre la noche en que recibí mi lección.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una muy buena historia sazonada con el final imprevisto que atrapa. Está bien contada y lo que parecía que iba a suceder toma un giro distinto, eso es lo más interesante.