17 agosto 2009

Perú: país de oportunidades… de morir II


Había dormido durante casi todo viaje, soñando quizá en las charapitas que se follaría al llegar a Pucallpa, o siendo menos especulativos con el periplo a Huaraz o el viaje a Machu Pichu, así cuando faltaban pocos minutos para aterrizar en el Jorge Chávez, despertó para hablar con Walter sobre el hospedaje y el itinerario del viaje.

Al pisar suelo peruano, el cuarteto de amigos y una parte del equipaje de nombre Juan Salvador Gavilán salieron rumbo a un hotel. El peruano, que se había pegado como una lapa a los suecos, se ofreció llevarlos a un buen hostal, que según sus reglas gramaticales tenía, no 3 b, sino 5. Bueno, Bonito, Barato, visitable, vistoso (entiéndase que algunos compatriotas tienen algunas falencias de tipo ortográficas).

Se instalaron en Jesús María e invitaron a almorzar Juan, con esto pagarían la buena voluntad del retaco de origen peruviano. Comieron ceviche, bien picante, ají de gallina, chicharrón de calamar, arroz con pollo, rocoto relleno, y una serie de manjares que los suecos jamás habían probado. Durante el almuerzo Juan les hizo un paquete turístico y les dejó el teléfono de una agencia de viajes para que les haga un descuento.

“Para bajarla su chicha de jora y su botellita de pisco. Ah?, como para no olvidarse del Perú”, esas palabras fueron lapidantes.

Lamentablemente, en el hotel, Walter no podía ni pararse del inodoro, una sería diarrea lo había condenado a dormir en el baño. Las vacaciones empezaban a complicarse de manera intempestiva. Lo llevaron a un hospital tras perder dos valiosos días en cama y algunos kilos que fueron expulsados por el excusado. Paseando por los parques del centro de Lima, decidieron empezar un corto viaje a Cusco.

Las fotografías en la fortaleza y el paisaje andino, eran espectaculares. La memoria de la cámara de Hans estaba intacta y la caída no había destruido nada. 180 fotos en el Cusco, fueron suficientes para inmortalizar esos 4 días. El segundo destino fue Huaráz. Bastaron dos horas en la fría noche de esta ciudad para que Ludivic cayera enfermo con una terrible gripe que lo mantuvo al margen del la subida a Pastoruri.

Walter, Hans y un experimentado guía de 17 años, iniciaron el recorrido. El tiempo era malo, pero Peter Chumbivilca, el experto, aseguró que no había problema. “Siempre hay problemas, nada más hay que subir rápido, no vaya ser que nos gane la noche”, dijo.

Los suecos se hicieron los suecos. No quisieron escuchar el aviso poco alentador sobre la subida. Hans que sufría de asma, no podía seguir el ritmo de sus acompañantes, el frió lo consumía pero ya estaban en medio camino. Eran las cuatro de la tarde y la llegada estaba prevista para las seis.

Peter andaba a paso demasiado ligero y en verdad la niebla estaba muy densa, apenas podían ver, pero el mediano conocimiento de la ruta hacía que el joven guía se ubique.

“Se hacía tarde, pero ya me habían pagado por adelantado. Tenía miedo que me digan que los estaba estafando. Si hubiera sido por mí me bajaba ahí mismo”, me había dicho después Chumbivilca, que fue juzgado por vender sus servicios como guía y no tener las credenciales.

Walter estaba exhausto y faltando mucho para llegar se rompió el tobillo. Sus gritos eran desgarradores, afortunadamente el frío no se lo hacía sentir verdaderamente. Entre Peter y Hans cargaron a Walter, pero este cometido parecía imposible.

“A las cinco de la tarde casi no hay nadie sobre el nevado. Creo que cometimos un error”, comentó Peter durante su interrogatorio.

Hans perdía el control, estaba asustado y sospechaba que esa misma noche podía morir. No estaba lejos de la realidad. Walter no vio nada y Peter estaba al borde de las lágrimas, cuando el grito de Hans se perdía ente el abismo.

Peter intentó bajar pero, no podía dejar solo a Walter, aunque la verdad era que tenía miedo. Pasaron cuatro horas entre gritos desesperados y llantos desorbitados. Hasta que la patrulla nocturna de rescate apareció.

“Yo estaba esperando eso. Ellos siempre hacen patrullaje por helicóptero. Ese día, para mala suerte, llegaron tarde”, dijo Peter.

El cuerpo de Hans fue rescatado luego de tres días y el informe policial indicó que el camino que siguió el guía era para profesionales, asegurando que la zona era demasiado peligrosa.

Walter pasó dos meses en Lima junto a Ludivic antes de partir a Suecia. Las investigaciones, como son naturales en el Perú nunca dieron resultados. Siendo el informe una negligencia compartida de Peter y los extranjeros.

El cuerpo de Hans fue enterrado en su país, quizá un lugar de donde no debió salir nunca. Ludivic volvió a Lima para casarse con una peruana, y fue así que conocí su historia. Me contó que luego de todo lo sufrido por Walter, este siguió un tratamiento siquiátrico y aún cojea de la pierna izquierda.

Hans Carrick entendía que el Perú, era uno de esos países exóticos, que sería imposible conocer completamente, quizá por eso se quedó acá. Inmortalizado en la nieve, aunque su cuerpo esté lejos. Nunca aprendió castellano, pero supo maldecir en español.

Si uno ve las fotografías de ese viaje podría decir que la existencia de estos muchachos en el país fue alegre, todos riéndose incluidos Juan Salvador Gavilán. Más de 180 imágenes mostraban a los jóvenes contentos, satisfechos; En fin, cómodos sin tragedias. Nadie imaginaba lo que iba a suceder. Nadie fotografía algo que quiere olvidar. Sin embargo, dentro de ellos este pasaje, quiso ser borrado de sus mentes.

12 comentarios:

carlos dijo...

que buena hsitoria, tio, esta muy bacan, conjugas, en la primera sarcasmo a màs no poder y luego le metes tensión

Anónimo dijo...

Hola

Lamento mucho lo que les paso a estos suecos en el Peru, yo soy peruana y es verdad lo que dices, es un pais informal, no pueden venir aca pensando que van de viaje al campo....

Anónimo dijo...

correcion
es: "CHICHA de jora ...."

Raúl dijo...

excelente Maestro!!!. Me cautivaste. Ni hablada está mejor contada que ahora.

Martín dijo...

Gracias por la corrección.

Angélica dijo...

Me parece que el tono con el cual enfocas esta crónica es un tanto ligero, les das un ápice de sarcasmo útil, aunque la muerte no es siempre un lugar del cual debamos hacer escarnio. Sin embargo, no habría otra forma de hacerlo. Me parecen buenos los cuentos sobre tragedias, y esta es una de ellas. Con su ají y su cebollita, con su condimento especial para que no sea un estorbo en nuestra lectura.

He leído algunos de tus textos. Y si me permites el análisis. Los encuentro libres, no podría encasillarte en un género.

Angélica

GIno dijo...

Es verdad?. Si es así que piña los patas. Buen relato

Diana Laura Bellido dijo...

Hola, es la primera vez que me animo a comentar, la verdad es que pasaron el link y desde hace seis meses no dejo de leerlo. Hay algunas cosas que me gustan y otras que no. Pero este informe, me parece de lo más real que existe en el blog, es decir se cuentan historias y datos, pero a veces todo es parte de la ficción.

Obvio que hay algunas partes que parecen inverosímiles, pero que es Real en este país, a veces me miro al espejo y no me veo.

Espero que se cuenten cosas parecidas, la pagina está chevere.

Me gustaría hacer algo parecido a lo que hacen, pero creo que se necesitan varias manos para que algo avance.

Escuché que tuvieron una revista, cómo puedo conseguirlas. ¿Hay reportajes como este?.

Gracias.

Daphne dijo...

No me gustó el final. cómo si tu pudieras hacer que revivieran. jajja

Peter L. dijo...

el blog ta en su mejor momento. escuchommucha gente de la Universidad que habla de ustedes

Sisco dijo...

Muy bien Sr Acosta. jejeje.ta bonito tu articculo, muy fresco, sobre un tema medio compolicado. loq ue se llama una crónica urbana

gab dijo...

Muy bueno Tint. esta bacan