04 agosto 2009

Primeras experiencias cerveceras



Según San Juanka.

¿A los cuántos años probaron por primera vez alguna bebida alcohólica? Es muy posible que la mayoría responda entre los 12 (para los muy avezados) y los 15 (para aquellos más tranquilos).

Y también recuerdan los clásicos síntomas ocasionados por aquella travesurilla juvenil: mareos, dolor de cabeza, inestabilidad para andar y hasta mantenerse de pie. Eso sin olvidarnos de la dificultad para abrir los ojos y lo gracioso que sonamos al intentar comunicarnos sin decir a todos – a si no los conozcamos – que son nuestros mejores “patas”.

Pero, no cabe duda que en pleno sigo XXI la juventud actual es sumamente adelantada a la época.

En una de las últimas reuniones familiares – celebrando el cumpleaños de una tía “joven” – no faltó nadie: tíos, primos o sobrinos, e incluso algunas amigas de la familia. Como ya es costumbre, la comida agradable se había organizado con tiempo, pero más rápido se organizó el viaje a la tienda de la esquina para las respectivas “provisiones” del día (algunas refrescantes cervezas).

Pasadas las horas, los envases vacíos quedaban de lado y todos los presentes conversaban como si nada hubiese pasado. Hasta los más pequeños seguían divirtiéndose.

Pero hubo una de apenas 10 años que tenía mucha sed y en vista que nadie le servía gaseosa, solucionó el problema de manera poco ortodoxa: tomó un vaso transparente y comenzó a reunir todos los conchos de cerveza, pero como al probarlo le pareció desagradable, lo combinó con algunos sobrantes de gaseosa negra.

Lo más sorprendente es que nadie se daba cuenta de ese contenido, hasta que le sirvieron un pedazo de torta y tuvo que darle el vaso a su papá, quien por no soportar la sed, ingirió el sobrante de este brebaje.

Para suerte de ella, su papá creyó que alguien le dio el vaso a su retoño, incluso me dijo que lo terminara porque no sabía de quién era. Cuando lo recibí, recordé que en numerosas ocasiones había visto a mi pequeña prima detenerse y beber de ese vaso.

¡Felizmente nadie más se enteró!

Ah me olvidaba, prima nunca tuvo el menor síntoma de haber provado ni una sola gota de alcohol.