16 julio 2008

¿Cómo quieres que te recuerden?


Hace algunos años, me contaron una historia, la cual me hizo reflexionar bastante sobre la forma en que estaba llevando mi vida. Desde ahí me di cuenta que la estaba desperdiciando, sin embargo estoy intentando recuperar el tiempo perdido.

Todo se originó en un monasterio (para los despistados, el monasterio es una casa donde vive una comunidad de monjes), en este lugar, tal y como era de esperarse, habían una gran cantidad de religiosos con diversas edades desde jovencitos quienes recién salían del colegio hasta veteranos seguidores de aquel quien fue capaz de dar la vida por los hombres.

Pero en todo lado siempre hay alguien que llama la atención, ya sea por sus cualidades, por su aspecto físico o por su forma de ser. En este caso, la pregunta que todo novato hacía era sobre la persona más antigua del lugar, cuya forma de ser era bastante particular ya que nadie sabía nada de él. Todo el día se la pasaba en su dormitorio reflexionando, meditando y orando y se golpeaba el pecho pidiendo perdón de quién sabe qué. Pero como si fuera una obligación, salía todas las noches a dar unas vueltas por el barrio, en el cual solo vivían drogadictos, fumones, rateros, prostitutas; en fin, gente de lo peor. Y más extraño aún, es que llegaba a altas horas de la noche sin dar explicación a nadie.

Los mayores solamente respondían que no le hagan caso porque es inofensivo y que hay que soportarlo porque ya no le quedan muchos días. Aunque no faltaba alguien que entre broma y broma, comentará que este anciano hizo un pacto con el diablo porque nunca se enfermaba, ni causaba ningún tipo de problema, ni mucho menos aquejaba dolencia alguna. Pero luego de unos días de oración y mucha paciencia, todos se acostumbraban a este decrépito seguidor del Todopoderoso.

Lo que pareció muy raro fue que un día nadie supo de él hasta cerca de media mañana. En ese momento, preocupados llamaron a su dormitorio, pero nadie respondía. Decidieron entrar abruptamente y lo único que encontraron fue la sonrisa más bella en el rostro de ese cadáver.

Lo rutinario en estas situaciones es un pomposo velorio cargado de arreglos florales, llanto de personas, un féretro “relleno” y todo aquello que se relaciona con la última etapa de la vida. Sin embargo, resultó que ese día hubo una discusión, ya que un grupo no quería velarlo porque decían que nadie lo conocía. Finalmente, decidieron velarlo por respeto, aunque sea de manera discreta.

Mientras esperaban a que alguien se animase a pasar por el lugar, los monjes fueron a una pequeña capilla para pedir por el alma de aquel que los acaba de dejar. Pero para asombro de todos, cuando regresaron al velorio, el ambiente estaba repleto de personas, incluso en la calle hacían cola para ver por última vez a este anecdòtico padrecito. Lo más raro, es que todos ellos fueron en su momento gente considerada de lo peor por la sociedad.

Al preguntarle a una persona, cómo así es que conocían a esta vetusta persona, éste dijo que el monje salía todas las noches y a una persona le invitaba un café o una pieza de pan y después se ponían a conversar sobre la vida que estaban llevando. A continuación esta persona dijo que el anciano era el único que se preocupaba por ellos y en muchas ocasiones marcó un hito en las vidas de estas personas.


Y a ti, ¿cómo quieres que te recuerden? ¿Como un viejo loco que nunca hizo nada o como alguien importante en la vida de otras personas?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Primo soy tu fan Nº 1!!!!, y pensar que hace poco te cambiaba los pañales jajaja, me encanta lo que escribes me amenizas la tarde, sigue asi.

Cariños, Tu prima que te adora Franca

Anónimo dijo...

bien anton!!

Anónimo dijo...

Ninguna de las dos maneras.
Prefiero no ser recordado

Juan Carlos Antón Llanos dijo...

Para Anónimo:
Respeto tu opinión; pero te guste o no, la gente te recordará de alguna manera.

Juan Carlos Antón Llanos dijo...

Para Anónimo:
Respeto tu opinión; pero te guste o no, la gente te recordará de alguna manera.