19 julio 2008

Política vs. “Politiquería”


Llegó el momento de poner en claro las cosas. Ya basta de ensuciar el buen nombre de las acciones y actividades importantes que rigen y rodean nuestra vida, entre ellos: la política.

A lo largo de la historia de nuestro país, muchos personajes que ocuparon grandes puestos en el gobierno, incluyendo el de la presidencia, se han encargado de hacer todo, menos política.

Pues los resultados después de 187 años de independencia no son favorables, porque si nos comparamos con la República Popular China, que tan sólo necesitó casi treinta años para convertirse en lo que actualmente es, a pesar de no tener las ventajas competitivas y comparativas que tiene nuestro Estado.

Motivo por el cual, aproximadamente, el 80% de nuestra juventud tiene un mal concepto de la actividad política, sin darse cuenta de que no es la política el problema, sino los que convierten esta importante actividad en lo que verdaderamente debería llamarse “Politiquería”.

El concepto es claro: alguien sabiamente definió a la política como el arte de servir gobernando y de gobernar sirviendo, y ésta es la definición más apropiada para tan importante actividad; sin embargo, la “politiquería” es la habilidad de usar la política para servirse de ella sin pensar en los demás.

Por todo esto, no deberíamos llamar política a las malas acciones que estamos acostumbrados a escuchar en los noticiarios realizados por los “politiqueros” sin ética ni bandera, mal elegidos por el pueblo, pues ellos no practican ni practicarán la política, sino la “politiquería”, actividad a la que están acostumbrados.

Jóvenes, nuestra protesta no debe ser contra la política; al contrario, debemos practicarla siempre. Debemos desarrollar nuestra protesta y desacuerdo contra la politiquería y los falsos políticos que ensucian el buen nombre de una acción que debería difundirse y enseñarse en cerebros y corazones sanos y limpios de toda corrupción, realistas e idealistas para construir en nuevos tiempos el Estado que tanto anhelamos para nosotros y nuestros hijos.

Recuerden: si enfocamos bien el problema, podremos iniciar el camino a la solución. No ataquemos a la política, pero sí a la politiquería.

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