27 agosto 2008

Ni un pelo de corrupto

Según San Juanka

Uff, faltó un poquito para que no llegara con este post.

El motivo: a un simpatiquísimo policía se le ocurrió detener el ómnibus en que venía, creo yo porque no tenía sencillo como para comprar unas galletitas o unos caramelos. Porque, bueno, hay que comprenderlo ya que la resptable autoridad sigue siendo una persona y como tal, tenía frío y esta noche estuvo ciertamente gélida.

Primero quiero dar gracias a la incontable cantidad de obras que hay en estos días por nuestras calles limeñas ya que sin éstas, el carro no se hubiera desviado de su recorrido habitual.

En segundo lugar, deseo mostrar mi enojo, una vez más, por los siempre oportunistas policías a quienes, últimamente, se les ocurrió detenerse en cualquier lugar de la calle y detener a todo aquel que se les ocurra.

En esta ocasión el pretexto fue recoger o dejar, que para el caso es lo mismo, pasajeros en paraderos no autorizados. Lo extraño de todo esto es que hace varias cuadras el carro venía por calles internas; es decir, no pasaba por avenidas y por lo tanto no hay paraderos autorizados o no autorizados fuera de éstas.

Pero el custodio de la seguridad no quiso perderse de la propina, por lo que obligó al conductor a bajar del vehículo, acto que dicho sea de paso es completamente ilegal; posteriormente lo llevó hacia la parte de atrás del vehículo y luego de una amena tertulia que duró un aproximado de 20 minutos, el chofer regresó molesto y sacó otro tanto de papeles.

Ya se imaginará usted cómo estarían los pasajeros de apurados, aburridos y fastidiados por estar inmovilizados a causa de un tercero, quien no había cometido ninguna infracción, delito o falta en contra de alguien o de algo... realmente una verdadera pérdida de tiempo gracias a los incorruptibles amigos del orden.

Solamente quedó una solución: Ser pacientes.

Felizmente, la espera no fue tan ardua como la primera, ya que en un par de minutos el carro retomó su rumbo.

Antes de bajarme, escuché que el conductor le mentaba la madre al policía, quien le picó 10 solcitos para dejarlo avanzar.

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