02 agosto 2008

“Hagamos el amor”, siempre

¿A qué edad te gustaría ser papá?

En realidad muchos tienen una respuesta, muchos no. Lo cierto es que a veces, sin que te des cuenta, ya lo eres, pues la vida te prepara para asumir roles importantes en el futuro. Con esto no quiere decir que uno no construya su destino; sino que vamos tomando decisiones propias en base a nuestras capacidades y sentimientos. Por ejemplo: en el mundo existe gran cantidad de niños desamparados por personas que no merecen llamarse padres, pues este es un título que les queda muy grande. Sin embargo, a pesar de ello, las familias tienen hijos sin medida; incluso tienen más de lo que pueden mantener felices. El punto es que si nos gustan los niños, por qué no decidimos incluir en nuestra familia al menos una adopción, pues esto reducirá el índice de desamparo infantil en el mundo y nos haría trascendentes en la vida.
En otras palabras eso es “hacer el amor.”

En la sociedad existe un concepto errado de lo que significa hacer el amor. Estúpidamente se relaciona sólo con el coito; sin embargo, sabemos que se realizan actos sexuales por un sinfín de razones y muchas veces, en ninguna de ellas, está el amor presente. Esto nos remite a un ejemplo: el sentimiento que desarrolla una madre hacia su hijo aunque se halla concebido en circunstancias inadecuadas, fruto de un error en la vida o de un acto abusivo es un gran ejemplo de amor, pues el amor a su hijo le da doble mérito como madre.
Y merecedora de todas las bendiciones, ya que a pesar de todo, ella pudo desarrollar el sentimiento hermoso, aunque se encuentre desamparada.

Asimismo, existe una escala de valores, la misma que desordenamos frecuentemente ya que colocamos el amor en segundo, tercero o a veces en último lugar. ¿No es acaso el amor el motor de todo lo que se mueve?

El amor es más importante que lo biológico (genético).
El enunciado anterior se demuestra fácilmente.
Por un lado, cuando una persona no tiene amor jamás podrá ser padre o madre por más criaturas que traiga al mundo, pues la paternidad está relacionada con el amor y no con el acto sexual.

Por otro lado, cuando una persona tiene capacidad de amar, automáticamente ya es un buen amigo aunque todavía no conozca a los que van a servir; ya es un buen hermano de todos aunque no allá nacido del mismo vientre y ya es padre aunque no conozca aún el hijo que espera ansioso su calor e identidad.

Dicho de otro modo: hay seres que están calificados como padres dada la capacidad que tienen de demostrar y dar amor y hay otros que no lo están.
Por ejemplo: existe centenares de casos de niños violados por sus propios padres. Las preguntas son: ¿en qué ayudó el hecho de ser consanguíneos para evitar tal acto monstruoso? ¿Tiene lo genético algún poder para hacer que las personas se comporten correctamente?
Y las respuestas son: no ayuda en nada la consanguinidad o lo genético, si no existe el elemento principal y único que le da a una persona el título de padre: el amor; siendo este elemento el que tiene el poder para hacer felices a los niños y evitar barbaries.

Veámoslo ahora desde otro punto de vista: si miramos a nuestro alrededor podremos observar que existen también malos hijos, pues sus actos de ingratitud y crueldad lo demuestran, y este comportamiento no tiene nada que ver con el tipo de sangre que corre por sus venas. Este comportamiento está ligado directamente con la falta de amor, ya sea por una mala formación, influencias negativas, etc., pero lo cierto es que carecen de ese sentimiento importante.

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