14 agosto 2008

Perdidos en Tokio, perdidos pero felices.


Nombre original: Lost in Translation
Directora: Sofia Coppola
Actores: Scarlett Johansson, Bill Murray,
Akiko Takeshita, Kazuyoshi Minamimagoe
Guionista: Sofia Coppola
Género: Drama
Clasificación: 13 años
Origen: EE.UU.
Idioma: Inglés
Duración: 102


Al cumplirse el primer mes, pensé en escribir o comentar o cómo se llame lo que hago en esta etiqueta, sobre una película que me gustó mucho, se llama Perdidos en Tokio o (Lost in Translation)

La historia es más o menos así: Un actor, ya de mediana edad tirando para tío, llamado Bob Harris e interpretado por un acertado Bill Murray, es contratado por la marca de un whisky japonés, debido al éxito que tuvo en su juventud, venido ya, muy a menos, razón por la cual acepta el contrato, aparte de los millones que le pagaría dicho whisky.

Casado ya un buen tiempo, con hijos y vida prácticamente casera, nos muestra un perfil de un hombre cansado, agobiado de una vida monótona, rutinaria, llena de encargos y obligaciones que él parece aceptar, pero en su interior reniega de ellas y pretende evocar mejores tiempos y al no conseguirlo se sumerge nuevamente en su abstracción pasiva, poniendo su mente en piloto automático.
Este es el personaje que nos presenta Bill Murray, pegado a la ventana mirando las calles de Tokio, cambiando los canales, uno tras otro en la televisión, nadando solo en la piscina. Esa constante de soledad, que más que ver a un personaje perdido en un país, en su idioma, en sus costumbres, nos refleja sobre todo a un hombre perdido, desconsolado, triste.

Siempre dije que Scarlet Johansson, (desde que la vi en Mi pobre angelito 3), iba a ser, al menos, una belleza sorprendente, por supuesto antes de ver “La joven de la perla” y “Match point” no supe de sus habilidades como actriz, que no hizo más que confirmarlas en esta película y no desentona con un excelente Bill Muray.
Charlotte, que es como se llama la caracterización de Scarlet, es la esposa de un fotógrafo, es una joven pareja que viaja a Tokio debido al trabajo de él (fotografiaba una banda de rock), y que a raíz de eso tiene muy poco tiempo, o casi nada, para su esposa, que se pasa la mayoría de horas en la habitación del hotel, recordando su casa, su familia, pudriéndose, pensando.

En varias escenas la veremos sentada en ropa interior junto a la ventana mirando la ciudad o escuchando un cd de auto ayuda que consiguió por ahí, o haciendo llamadas irrazonables para la gente (su familia) que no se conecta en el feeling que se encuentra ella.

Estas dos almas, o entes de alguna manera se encuentran, que pese a sus obligaciones y compromisos existentes, los dos eran casados, se hablan por primera vez, se conectan de una manera tan íntima, tan pura, que resultaría insultante siquiera pensar una escena de alcoba entre ellos.

Entonces es donde surge esa suerte de amorío de colas de banco, ese flirteo de combi, ese coqueteo de paradero, que debido a su circunstancia, se prolonga y somos espectadores de un romance platónico que resulta definitivamente bello, muy especial, de esos que te hacen desear --Ya, bésala; tómale de la mano-- y ese tipo de cosas.

Un romance con ternura al estilo de María de Jorge Isaacs, para que se entienda mejor.
Tokio resulta ser la tierra soñada, un paraje de la imaginación, que tal vez inexistente, aloja este romance pueril, que se rige de los silencios, acompañados de miradas y sonrisas entre ellos, pero que, dada su naturaleza, no puede ser eterno, ni siquiera duradero, sino que es fugaz, tan fugaz y tan apropiado para su culminación que se convierte de alguna manera en inmortal o por decir lo menos, inolvidable.

He visto esta película muchísimas veces y me he enamorado de ella cada vez, es que lo familiar de este romance y la similitud en que una persona podría tener un encuentro ocasional, de esos que basta una mirada para que encienda el pestillo de ilusión, que es básicamente de lo que vive la gente; se trata de la manera más apacible, sin apuros, tomándole el tiempo a la vida, sin mezquinar tomas largas, que funcionan como un marcador del tiempo de la película.

Recuerdo una vez que conversaba con alguien y que nunca había pasado nada entre nosotros, pero que los silencios y las miradas, nos hacían pensar que tal vez sería el preludio del llamado “algo” .
--Espero verte en Tokio alguna vez --le dije, Ella contestó:
--¿Qué?
--En verdad, espero- le repetí.
Ella confundida, entrecerró los ojos, arrugó la frente, hizo un gesto de “¿Qué estás hablando?” y me dijo ya regreso.
Pensé entonces alguna vez explicarle de alguna manera a lo que me refería, espero haber cumplido.
Trailer del filme Perdidos en Tokio.
Chequeen también esta, se darán cuenta de lo que digo, al sentir eso en el estómago, esa especie de melancolía vaga e indescriptible, comprensible sólo para aquellos que visitamos Tokio, al menos una vez.

1 comentarios:

Silvia E. Esquivel_Mejía dijo...

No hay un solo ticket de salida para Llegar a Tokio. Pero la pelicula te puede transportar a un estado entre Ebrio y Paranormal. No me parece tan genial pero si te deja pensando . Eso habla de una Pelicula, el tiempo en que la recuerdas y en el que te deja en el estado de Reflexión.