14 septiembre 2008

Avenida Burneo

A modo de Prólogo:

Hoy se cumplen dos meses desde que Pasaporte negro se abrió y como ya se dijo anteriormente: cada mes se colgará en el blog un cuento y un poema inédito.

Tengo el beneplácito de prologar un cuento. Esta vez el autor --Pablo Córdova Delgadillo-- nos sumerge, por medio de su prosa netamente de vanguardia, por los linderos fantásticos y antes de leerlo habría que hacer una aclaración y un esfuerzo por distinguir la literatura fantástica --por la que apuesta Pablo en este cuento-- de la del género maravilloso.

Primero citar al Belga Tzvetan Todorov, recientemente honrado con el premio “Príncipe de Asturias”, quien nos entrega una definición que mejor se aproxima al género fantástico. Todorov dice: “...En un mundo que es el nuestro, el que conocemos...se produce un acontecimiento imposible de explicar por las leyes del mismo mundo familiar. El que percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien se trata de una ilusión de los sentidos…o bien el acontecimiento se produjo realmente…y entonces esta realidad está regida por leyes que desconocemos”.

Sin más miramientos esta sería la conclusión a la que llegamos por consenso con Todorov y sólo haría falta decir que el género maravilloso sería solamente lo opuesto a lo que Tzevtan aporta a la teoría de la literatura. Por ello intentaré definir el género maravilloso para lograr distinguir la línea que divide lo fantástico de lo maravilloso: En un mundo que quizá no es el nuestro se producen acontecimientos raros pero 100% creíbles y que halla explicación en la leyes de ese mismo mundo porque en realidad existen y esos hechos maravillosos realmente suceden.

En síntesis teniendo en claro los dos conceptos de estos géneros, Pablo nos entrega, un relato de su cosecha que explora el género fantástico. Por último buen provecho porque sin duda es muy bueno.


Frank.

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Iba y venía de horribles pesadillas, mi mente daba saltos, reflejo de mi abyecta personalidad que sin amilanarse seguía precaria a lo condicionalmente humano, mis fantasmas me jugaban una y otra pasada por mis memorias infames, desleales. Era un infierno subconsciente, lleno de laberintos incandescentes que arrastraban de afuera hacia adentro mis pupilas haciéndome ver con unos terribles ojos blanquecinos, como si en realidad me quitara la vida. En eso estaba cuando timbró mi célular.

Me abstraje de mis pesadillas innombrables y casi agradeciéndole por salvarme con su incómodo repique, por liberarme de mis pasajes espeluznantes, lo tomé de mi velador. Era un mensaje de voz.

No tengo que recordarles que amanecía ya, el alba sometía una vez más como todos los días las tinieblas, la niebla y todo lo oscuro.

Nunca pensé encontrarte de nuevo después de tanto tiempo, la pase muy bien, un besito, espero verte pronto.


Que mensaje tan extraño pensé, enviado de un teléfono público y con fecha del día siguiente a las dos de la mañana.
La verdad no le di mucha importancia y seguí con mi vida, un café, unos huevos, un poco de televisión. Lo cotidiano me invadía de nuevo.
Timbra de nuevo el celular.
Era la misma voz, pero estaba vez se oía llorosa y desesperada.

Amor ven rápido por favor, me han asaltado y me violaron, ven rápido por favor, recógeme, iba a tomar el taxi y me taparon la boca y me llevaron a un callejón, apúrate, creo que estoy por Av. Burneo, pero no sé que cuadra sólo distingo un Primax.

Otra vez el mensaje provenía de un teléfono público y era de casi las 3 de la mañana --dime San Judas Iscariote si esto no era extraño--.


Bueno, no soy de las personas que no creen, la verdad que confío bastante, me gusta confiar en la gente, pero este mensaje iba más allá de todo y aunque en toda mi vida haya esperado un momento como éste --me refiero a estar presente en un evento muy extraño-- no puedo decir que no me encontraba sino era asustado, muy sorprendido ante todo este acontecimiento que estaba protagonizando ya, desde mi sillón, en pijama y con migajas de pan y huevo frito en la boca, entonces mi mirada se topó en un espejo de la sala, y pude verme completamente y descubrí lo ridículo que me veía también, ya que no acompañaba a la situación con la vestimenta debida ( ni la cara).


Pero eso no interesaba, ya que me senté de nuevo y comencé a oír y oír de nuevo una y otra vez los mensajes, anote el tiempo que hubo entre uno y otro, busqué un mapa de la ciudad, ubique que grifos Primax que habían en la Av. Burneo. Así estuve toda la mañana, total tenía tiempo, los hechos no se darían sino hasta las 2 de la mañana más o menos y yo tenía que resolver todo antes.

Vaya que soy un imbécil, pensé, como puedo demorarme tanto si aún me falta conocer a la mujer o mejor dicho reencontrarla porque en el mensaje me dice que fue lindo volvernos a ver después de tanto tiempo y me llamaba amor, ya eran la una de la tarde y aún no conocía a nadie o no veía a nadie, estaba solo en mi casa. Supongo que tengo que salir a encontrarla.

Me fui a duchar, pensando siempre en todo lo que pudiera ocurrir cuando la encuentre y en que circunstancia se daría ya que todo tendría que ser muy intenso como para que a las dos de la mañana ya me llame amor, y pensando en eso, me aseaba con más cuidado y era mas detallista en algunas partes de mi cuerpo que no vale la pena mencionar por ser ya obvio.

Me corto las uñas, de los pies y de las manos cuidadosamente, me vuelvo a bañar de agua colonia, de esas para después del baño, luego me pongo desodorante de esos que son irresistibles, amarrándome el pelo me afeito también cuidadosamente, esta chica no tiene que ver a un vago que se la pasa todos los días en su casa hueveando o dizque escribiendo, sino tiene que ver a un hombre exitoso y bien vestido, al menos por unas horas, al menos hasta las dos de la mañana, pienso.


Después del recorte de cabello, ya todo esto parecía excesivo, por dos razones, la primera era que era inaudito que yo pierda tiempo en frivolidades, cuando debería aprovechar en buscarla y la segunda que era inaudito también, en que yo me anime a hacer todo esto por un mensaje de voz extraño, por decir lo menos. ¿Estaría enloqueciendo?

Me justificaba para mí mismo, ¿Y si es verdad?, tengo que salvarla, además si no invirtiera todo este tiempo acicalándome, probablemente ya no se fije en mi entonces. ¿Cómo iba yo a salvarla?


En eso cavilaba cuando me dio las cuatro de la tarde, no hay problema pensé aún es temprano ya tenía la mayoría de las cosas listas; el mapa, la ubicación de los Primax, mi celular con saldo para llamar por cualquier emergencia y los números para lo mismo. Salí, previa peinada y acomodada de saco.

Al cerrar la puerta pensé, que donde podría hallarla, podía estar en cualquier parte, donde me reencontraría con ella, como la podría ubicar. Regresé a mi casa.

Me saqué el saco, desajuste mi corbata y comencé a buscar todas mi antiguas agendas, números telefónicos de ex novias, amigas, amigas de la niñez que no veía hace mucho y las llamaba a todas, algunas no vivían en el mismo lugar, otras me contestaban y me decían que estaban casadas o comprometidas, algunas con hijos, yo conversaba y trataba de convencerlas en invitarlas a salir pero ninguna me hizo caso, ni las que aún seguían solteras, reflexioné un poco de lo mierda que había sido con algunas de ellas, y les di la razón. El reloj me dio de nuevo y eran ya las siete de la noche.


Tenía sólo seis horas para reencontrarme con una mujer, hacer que pase algo y que me llame amor a las dos de la mañana. Tiré todas las agendas y celulares viejos, ajusté mi corbata, me puse el saco y salí embalado en cualquier dirección, si la encontraría, la encontraría en la calle, que más da, lo intentaré, así que me fui a un conocido café, me senté solo en un rincón, saque un libro, me puse los anteojos y traté todo lo posible de parecer interesante, al menos como para que una vieja amiga se acerque y así yo poder encantarla y llevarla por ahí a pasear.

No podía leer, miraba a todas partes, buscando siempre una cara conocida, alguna amiga, algo que me de una pista, el tiempo iba pasando y el café aceleraba mi contexto, empecé a sudar, miraba y miraba a todas partes, todos parecían hablar muy fuerte, los murmullos penetraban a mi cerebro, los susurros de que ella no vendrá aparecieron en mi mente y un chorro de café caliente mojo mis pantalones, avergonzado salí inmediatamente, aturdido, enfermo, un poco loco.

Caminaba por la calle con una enorme mancha de café en los pantalones, la pierna irritada por la quemada, la corbata desajustada y el saco abierto. Manos en los bolsillos devorando la vereda, el reloj de nuevo me daba y esta vez eran las diez de la noche.

Caminaba por barrios indómitos, oscuros, sucios, no era la primera vez, habían prostitutas, maricones y fumones por ahí, cuando de pronto una de las putas me dice,- ¿Pedrito te vas a atender hoy día?-, volteo y era Malena, una de mis putas favoritas, la conocía hace mucho ya, pero no la veía hace como un mes.


Le sonrío y le digo ¿Por qué no?, pero que esta vez me acompañe a mi casa porque no quería regresarme solo luego, y nos fuimos. Poco me acorde de la chica del mensaje de voz, Malena me había hecho olvidar todo, en realidad la pasaba bien con ella y lo había recordado, aparte que a veces ya ni me cobra, puedo frecuentarla más, pienso.
Me dio un beso y me dijo que esperaba verme pronto, --tengo que regresar a trabajar amor, depende de ti que esto siga-- Chau le dije y me quedé en mi cama.


Somnoliento me acomodo, bostezo, y antes de apagar la luz de la lámpara de noche, veo de reojo el reloj, daban diez para las dos.

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