16 septiembre 2008

La generación del 60

LA GENERACIÓN DEL 60 se desarrolla dentro del marco de diversos hechos históricos, sociales y culturales en el plano internacional. La Revolución Cubana, La guerra de Vietnam. En el Perú, diversos hechos sociales y políticos marcan esa década de los sesenta desde las guerrillas de Hugo Blanco y su trabajo con el campesinado de los valles de La Convención en el Cuzco, las frustradas elecciones que culminaron en golpe de estado contra el presidente Manuel Prado (1956-1962). Este golpe fue encabezado por el general Ricardo Pérez Godoy el 18 de julio de 1962. En 1963 gana las elecciones Fernando Belaunde, quien está en el poder hasta el 3 de octubre de 1968, fecha en que el general Juan Velasco Alvarado vuelve a dar un nuevo golpe de estado propiciando un movimiento “revolucionario” de carácter popular.

En el ámbito editorial, los poetas del sesenta tuvieron la gran suerte de contar con la hasta hoy inigualable generosidad del poeta Javier Sologuren, quien ayudó a publicar los primeros libros de Heraud, Calvo, Reynaldo Naranjo, Luis Hernández, Antonio Cisneros, Winston Orrillo, en sus famosas ediciones artesanales “La Rama Florida”. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos fue uno de los principales semilleros de poetas que recitaban sacrificando acaso la calidad de su poesía para respaldar sus ideas de liberación y cuyo máximo paradigma fue la Revolución Cubana. La casona Sanmarquina congregaba multitudes de estudiantes para oír los cantos al amor, a la vida, a la libertad. Los poetas de esta generación, sólo por citar algunos nombres son: César Calvo (Iquitos - Lima 2000); Antonio Cisneros (Lima 1942 - ); Luis Hernández (Lima 1941 - Buenos Aires 1977); Rodolfo Hinostroza (Lima 1941 - ); Marco Martos (Piura 1942 - ); Juan Ojeda (Chimbote 1944 - Lima 1984), Winston Orrillo (Lima 1941 - ); Reynaldo Naranjo (Lima 1936 - ); Juan Cristóbal (Lima 1941 - ); Javier Heraud (Lima 1942 - Madre de Dios 1963). Cuando la generación del 60 se hallaba encaminada al inicio en sus primeros pasos surge Heraud, muchacho serio de familia perteneciente a la burguesía peruana, buen estudiante de la Universidad Católica, vecino del distrito de Miraflores, demostró a sus amigos César Calvo; Mario Razzeto y Reynaldo Naranjo, que la poesía tenía también disciplina y no se sustentaba en el simple lamentarse o gritar. Heraud aportó la técnica poética y amplió rumbos que servirían para que toda la generación del 60 pudiese deshacerse de la herencia de los poetas del 50.

Los poetas del 60 introdujeron en la poesía peruana, entre otros elementos:

La cotidianeidad (temas de la vida diaria). Si bien son varios los poetas que presentan esta característica, en quien más es posible identificarla es en Luis Hernández, quien hizo de su poesía una reflexión sobre la cotidianeidad, la difícil y maravillosa tarea de vivir cada día.

El coloquialismo (palabras de uso común). Basados en las influencias recibidas principalmente de la llamada poesía conversacional o exteriorista en Latinoamérica unos años antes, los poetas del 60 se alejan de la formalidad de la poesía anterior.

El humor, la ironía y cierto desenfado. En la misma línea de un alejamiento de la formalidad, lo que Antonio Cisneros señaló como el cambio de la corbata por el blue Jean, se introducen en la poesía de estos años (Antonio Cisneros, Marco Martos, Luis Hernández) estos elementos.

Además los poetas intentaron reflexionar poéticamente sobre la historia y la cultura del país y el mundo. Esto es evidente en Cisneros, Hinostroza, Mirko Lauer. Este grupo introduce como referencia básica para la poesía del Perú la de los poetas ingleses Thomas Stearns Eliot (1888-1965); Ezra Pound (1885-1972), colocando la influencia española en un segundo lugar.

Estilos poéticos de algunos poetas del 60

CÉSAR CALVO (Iquitos, 1940 - Lima, 2000). Poeta dotado de palabra, autor de muchos libros. Poemas bajo tierra, (1961); Ausencias y retardos, (1963); El cetro de los jóvenes, (1967); Pedestal para nadie, (1971).

MI INFANCIA FUE UNA MANO
Mi infancia fue una mano
donde cabía el mar,
donde los astros
cabían como hoy caben mis ojos en el llanto.
Las cosas que han pasado!
En un parque de Julio
de mil novecientos cuarenta y cuatro,
el tiempo se ha quedado sin cumpleaños.
Allí mi padre pinta
bellísimos remansos.
Guillermo no ha nacido todavía...
(Ausencias y retardos).


JUAN OJEDA (Chimbote, 1944 - Lima, 1974). Poesía llena de filosofía, reflexiva en toda su dimensión, sus libros son: Ardiente sombra (1963); Elogio a los navegantes (1966).

ELEUSIS
No desciende la noche para los desgarrados,
pues en medio de la vasta alegría oirás el pánico.
Tras el fluir del río una inmóvil música brilla y hay pánico.
Objetos arrojados en el desván del espíritu
resuenan ceñidos por una luz monótona y muda,
y ya no sabemos dónde ocultar esa astucia apática
que flota en los ojos como un aire hurgado...
(Arte de Navegar, Antología).


JUAN CRISTÓBAL (Lima, 1941). Washington Delgado dice que la poesía de Juan Cristóbal está alimentada por frescas brisas primaverales, vuelo de palomas y calor de encendidas rosas. Pero hay algo más: la sed de justicia, la experiencia viva acumulada durante años de meditaciones y trajines, los amores de padres y hermanos de lejanas amadas. Entre sus libros tenemos: Cantual, (1963); Difícil olvidar, (1975); Horas de lucha, (1980); Poblando los silencios, (1996).

IRENE
Mi madre fue obrera
en las mañanas se vestía del color de los tejados
y en las noches leía el corazón de los muchachos.
Jamás entregó sus sueños al canto de los pájaros
ni su vida a los árboles que morían como el hombre
con el humo de las fábricas
un día
la lluvia no distinguió las letras de sus manos
y la dejó como una paloma acribillada
en las ventanas de la calle.
(De Poblando los Silencios).


LUIS HERNÁNDEZ (Lima, 1941 - Buenos Aires, 1977). Poesía de paisajes destaca el mar, los astros aunque meditador acerca de la muerte, ha dejado varios libros: Orilla, (1961); Chalie Melnik, (1962); Las constelaciones, (1965).

JARDINERO DE CENIZA
2.
Hemos vuelto a vivir
lo mismo
de ayer y de mañana.
El agua sube ya,
cubriendo
los días
y las horas,
de mí
ya sólo queda
el mar claro y naciente,
de mí
ya sólo queda
el mar, triste, apagado.
(De Orilla).

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