11 octubre 2008

Policivirus

"No robarás", es uno de los mandamientos más conocidos del antiguo testamento y, según mi percepción, uno de los más violados, ya que en la actualidad este pecado se comete en sus distintas modalidades adquiriendo diversos nombres tal vez para disimular o atenuar dicha concupiscencia.

El ser humano promedio lleva una doble moral pues mientras por un lado se indignaría al observar que alguien toma la billetera o el monedero de algún pariente suyo después de que éste lo dejara caer sin darse cuenta; por otro lado, si se presentara esta oportunidad a su favor, generalmente no se desaprovecha, incluso se interpreta, para calmar su conciencia, como una bendición de lo alto, como si Dios fuera una especie de Robin Hood. HO HO HO.

Uno de los casos de robo más descarados es aquel que tiene licencia, practicado por seres cuyo personaje debería representar la imagen de un superhéroe salvador honesto, justo, amigo de los débiles; sin embargo este ser, cuyo uniforme le otorga credibilidad, tiene un proceder lejos de esas virtudes, ¿ya adivinaron de quién estamos hablando?
Pues con el respeto que merecen las excepciones, me estoy refiriendo al Policía; personaje muchas veces miserable, abusador, entrenado para robar, apelando de forma ilícita a su favor sin perder una sola oportunidad de aplastar a algún parroquiano descuidado que haya cometido alguna minúscula falta, incapaz de compadecerse por los desprotegidos, manipulador de las leyes y pisoteador de las mismas.

Tal vez la institución de donde salen formados dichos entes debería cambiar o reestructurar su currícula dentro de una sociedad podrida donde necesitamos antídotos, pero no más del mismo virus, pues ellos no limpian la herida; la infectan más.

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