Pasaporte negro

Afanarse toda una vida por lograr conseguir metas materiales es la tarea de muchas personas.

Ayer asistí a un velorio, era el de mi abuela, al escuchar lamentaciones por un lado y chistes por otro, pensé que algún día yo estaría en ese lugar, me asaltaron preguntas como: ¿y todo lo que había logrado para mí? ¿Las cosas que había conseguido? ¿Acaso alguien reconocería los méritos conseguidos para mi propio beneficio?

Generalmente las personas piensan satisfacerse consiguiendo cosas para sentirse importante, pero lamentablemente nadie sería tan aburrido en pensar en que algún día se irá de este mundo, lo interesante será cuándo ocurrirá esto; sin embargo, a nadie le importa y viven la vida como si fueran inmortales, de forma egocéntrica y sin compartir con los demás.

Una de las grandes satisfacciones que debe experimentar un ser humano está en dar al otro, parte de su esfuerzo, claro que esta es una lógica antisistémica ya que como explicamos anteriormente, cada quien lleva harina para su propio costal. ¿Y qué pasaría si después de haber acumulado muchos costales te da un paro cardiaco? ¿Quiénes se quedan con esos costales que con tanto afán los conseguiste para ti? Los más allegados los tomarán, aunque tu intención original no necesariamente era compartirlos; ya no podrás impedirlo.

Por el contrario, la persona cuya consigna de vida es ayudar a las demás desinteresadamente, al llegar al momento de su inevitable muerte habría tenido sentido su vida, pues sabiendo que nada de lo que acumula en vida se lo puede llevar, opta sabiamente por transcender, compartiendo todo lo que tiene, ya que sea material, espiritual, sentimental, intelectual, talento, amistad, etc.

Lo que acabo de escribir puede ser muy utópico, pero creo que tú me das la razón si te pregunto si todos actuaríamos de esa manera.