Hace unos días intenté vaciar mis intestinos sentimentales en el inodoro de la web. Como resultado me encontré manchado de mis mismos problemas. Sacié mi sed de venganza, aunque a estas alturas no sé bien que de dónde provino ese sentimiento, que ahora parece ajeno mi persona.
Nadé por los esfínteres de mi irresoluta masturbación ‘amorosa’ y llegué a una conclusión totalmente obvia. O mejor dicho no llegué ninguna porque si al principio me pregunté: ¿Por qué necesitamos mentir? e intentaba encontrar una respuesta, ahora sinceramente estoy peor, pues desconozco mayormente. No tengo entendimiento.
Ahora mucho más tranquilo y sin la epilepsia del domingo pasado pienso mejor. Es decir con la resaca del engaño, no podía discurrir adecuadamente. Como que se me nublaron las ideas y actuaba cual kamikaze intentando destruir mi vida a punta de sufrimiento desgarrador, producto de los besos traicioneros de una mujer. Hoy puedo aceptar la desdicha y dicha de amar a alguien así.
He escrito mucho y no he dicho nada. Y es mejor así. Será la última vez que derrame sobre estas paginas alguna historia inentendible. Gracias por la catarsis.
24 noviembre 2008
Sin conclusiones
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1 comentarios:
Realmente era necesario este post, la distancia entre lo personal y la narración en primera persona debe ser siempre lo que nos proteja, a los que solemos escribir en primera persona, no en vano he pasado como pedófilo, violador, putero y pega mujeres, algo se aprende, y como comprobaste tio, nunca resulta.
Un abrazo.
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