08 diciembre 2008

El maquillaje del silencio

A veces pienso que detrás de una carapintada y unos movimientos exagerados, aguarda un ser que lejos de parecer minúsculo, emerge de su silencio para mostrarme una faceta que hasta ahora consideraba desconocida.

Sus movimientos malabarísticos me hacen pensar que este no es un improvisado cualquiera, pues aunque no soy un descubridor de talentos, puedo ver que tiene dotes artísticos y que no solamente los aprecio yo, si no que otra gente en los paraderos o en los semáforos, también disfruta.

Me acerco a uno de ellos con el temor que siempre me dieron los carapintadas, puede que algún trauma de mi niñez en donde un payaso causó un susto irreparable y que viene a mi ahora más que nunca, ahora que las oposiciones cromáticas y además faciales se agudizan en el rostro de uno de estos artista de la calle.

El blanco de su cara, y el rojo sangre de sus labios, contrastan con el negro de sus ojos, que rara vez pierden su fijación y la concentración de sus movimientos casi sincronizados, y que solo parecen volverse al ver caer una moneda, y que parece soltar una sonrisa más amplia cuando esa moneda que calló, no fue una habitual dorada, sino que esta vez fue un plateado y duro metal redondo.

Al fin decidí dejar de lado mis temores de infancia y empiezo hacer preguntas, de los más generales, aunque no es la primera vez que entrevisto a alguien me siento realmente extraño, su voz más bien ronca, no coincidía con su rostro. Respuestas bastante sobrias y gestos nada exagerados, me daban un perfil totalmente antagónico al que me esperaba

Sin embargo; una broma suya, causo una carcajada mía y por un momento me sentí cómodo, todo prejuicio fue dejado de lado, pero aquella comodidad se convirtió repentinamente en estupidez; mi respuesta, inocente y hasta cándida a su broma fue un sólido y concreto comentario… “que payaso es usted”. En verdad no se imaginan el silencio que secundó esa frase, ninguno de sus demás compañeros decía algo, ni siquiera el viento se atrevió a murmurar algo.

¿Saben cuan vergonzoso puede ser decirle “payaso” a un mimo malabarista pintarrajeado de colores?, no recuerdo que comentario recibí por parte de ellos, en realidad tuve que correr para que esa turba de mimos locos no descuajeringue mi ya fallido ser.

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