04 febrero 2009

Más vale prevenir que lamentar

Según San Juanka

No es un misterio que en estos tiempos ya no se pueda confiar en nadie, inclusive de las entidades bancarias que “por lo bajo” pasan billetes falsos a las personas.

Además, recuerdo claramente aquellos días en los que mis padres me repetían incansablemente que no hable con ningún desconocido y mucho menos que confíe en cualquiera que anduviera por la calle.

Al parecer esa frase sigue retumbando en mi cabeza ya que hace un tiempo una vecina me pidió que la ayude en un trabajo que tenía y luego pagaría por mis servicios.

La cantidad era risorio. Apenas S/. 20, pero como no tenía nada que hacer y estaba algo necesitado (misio), acepté el negocio que dicho sea de paso era disfrazarme de Barney.

Sin embargo, como se trataba de animar una fiesta infantil, llamó también a otras personas (payasos, magos y demás). El show de ese día salió de acuerdo a lo planeado.

De regreso en casa de la vecina, con todo el personal reunido, esperamos un momento a que nos pagaran. Cuando volvió para repartir el bolo correspondiente a cada uno, todos agradecían el pago; pero cuando toco mi turno de pasar por caja y corresponderle con el tradicional “gracias” me cercioré de la autenticidad del billete de una manera un tanto “rochosa”. Puse el billete a contraluz, verifiqué el cambio de color del número; en fin, estaba asegurándome que mi jefa no sea ninguna estafadora.

Felizmente, guardé el efectivo en la billetera sin ningún contratiempo pero a la vez me percaté que todos se aguantaban la risa por haberle llamado indirectamente embaucadora a la que fue mi jefa durante varios meses más.

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