25 marzo 2009

Aguas frescas

Según San Juanka

Barriga llena, corazón contento. Es decir, luego que uno termina de almorzar se siente con una tranquilidad indescriptible, lo que conlleva a sentirse feliz y contento.

Aquel día y en los venideros, alejado del hogar, satisfacer el apetito era la prioridad que más urgía. Y con la sensación de ser un huevo frito en medio de un ceviche de pota, desconocía dónde habría un restaurant cercano.

Pero como dice el conocido refrán: preguntando se llega a Roma, lo mismo hice y llegué a un mercadito bastante variado. Viendo los diversos potajes decidí quedarme en uno de los puestos donde el olor jugoso de un lomo saltado me hipnotizó.

Sin el tiempo persiguiéndome y con las obligaciones casi concluidas, merendé muy despacio, tanto así que fui el último cliente del lugar e incluso miré a la misma dueña del local almorzar.

Cuando una de sus empleadas le preguntó si quería refresco, el mismo del cual pedí repetición por su buen sabor y frescura, la señora respondió orgullosamente: “No. Dame agua de la tetera porque quiero tomar agua hervida.”

Al escuchar esa negativa frase, pensé: Si no me enfermo en el transcurso de la tarde, al día siguiente regresaría a almorzar al mismo lugar.

Para suerte mía, no me pasó nada y ahora encontré una casera que cada día me sirve mejor.

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