18 marzo 2009

Le voy a decir a tu mamá

Según San Juanka

Aquella frase con la que todo niño comenzaba a temblar por las quejas y travesuras que los vecinos les contarían a los anegados padres, quienes a ojo cerrado preparaban la correa al verte llegar sin darte el mínimo chance a refutar tu versión de los hechos.

Incluso, solo después de la golpiza y luego de un rato que se les pasará la encorajinada a los progenitores, uno podía preguntar por el motivo de la nueva “caricia”.

Sin embargo, mientras los niños dejan de serlo, estas llamadas de atención disminuían considerablemente para reprimir a los futuros ciudadanos, quienes tampoco tendrán el valor de reclamar cuando algo sea justo.

Pero como toda regla tiene su excepción, en esta oportunidad – como en muchas otras – me tocó ser la alteración a la norma, ya que conforme crecía y mi razonamiento se volvía agudo y perspicaz, cruzaba diálogos con personas bastante mayores que yo, los mismos que al sentir sus argumentos desbaratados por un muchacho, continúan teniendo la osadía de decir que soy un malcriado.

Es más, en el colmo de la desesperación se atreven a amenazarme con que le dirán a mi mamá lo “grosero” que fui (si supieran que ella no va a hacerme nada).

Ciertamente, cansado de esta repetitiva situación, la semana pasada que fue la última vez en que escuché esta frase: “Le voy a decir a tu mamá”, respondí irrisoriamente que se apure porque en caso contrario, yo se lo diría primero.

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