08 abril 2009

Chamba es chamba

Sabiendo que su contrato llegaba a sus últimos días y sobre avisado que no le renovarían como en otras oportunidades, mi amigo y casi hermano imaginaba, con una mínima de esperanza, que el día 30 de ese mes ocurriría un pequeño milagro.

Pero nada de eso ocurrió. El viernes 30 de ese mes no toqué el teléfono para absolutamente nada, pensando que en algún momento mi amigo llamaría para contagiarme de su eufórica alegría, no obstante el celular quedó mudo.

Ante tanta intriga, lo llamé al día siguiente para confirmar lo ya anunciado.
- Habla Juanka – dijo una voz del otro lado del auricular.
- Y, ¿cómo te fue? – pregunté casi de inmediato.
- Nada. No pasó nada, pero será motivo para reunirnos en estos días.

Luego de unas palabras, acordamos que nos comunicaríamos apenas organice mis horarios.

Efectivamente, al planificar mis actividades, lo vuelvo a llamar; pero al proponerle el domingo siguiente como día del encuentro; éste me sorprendió al decirme que no podría porque le había salido una chamba en la casa de su tío como “asesor de varios asuntos”, lo cual lo mantendría ocupado todo el día.

Al escuchar el tan rimbombante nombre del trabajo, cruzaron mis dudas sobre la veracidad del mismo, por lo que en forma jocosa, le dije: “¡Ah! Vas a pintarle la casa” – frase continuada de una carcajada.

Al oír la frase, mi amigo también se rió, aunque de forma muy fingida porque al final admitió que había dado en el clavo.

Para levantarle los ánimos, le indiqué que no tiene de que avergonzarse porque chamba es chamba.

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